El 13 de mayo Venezuela extendió la cuarentena en el país por 30 días. «Hasta más allá de junio», dijo Maduro mientras firmaba el decreto. Esto, a la vez que afirma que el país logró contener el coronavirus.
De acuerdo con las cifras del régimen de Maduro, el país sudamericano apenas reporta entre 5 y 15 nuevos casos diarios. El día que más casos se reportó no llegó a los 21 contagios. Hasta el momento, Venezuela reconoce 455 infectados y 10 fallecidos por coronavirus.
Al ver estos números, muchos países no dudarían en levantar el confinamiento para reactivar lo más pronto posible la economía del país. Sin embargo, en Venezuela el caso es todo lo contrario. Ante este escenario se plantea la pregunta, ¿por qué sigue la cuarentena?.
«Detrás de esta estructura draconiana de cuarentena está el gravísimo problema del combustible», comenta a AFP Asdrúbal Oliveros, director de la firma financiera Ecoanalítica.
Ante una curva de contagio «benevolente» en comparación con otros países, «pudieras permitir que sectores donde hay poca interacción social se abrieran bajo ciertas normas», opina Oliveros.
En esa nación que tuvo un esplendoroso pasado petrolero, hoy podemos ver kilométricas filas de vehículos en las gasolineras, incluso en Caracas, que hasta ahora se había mantenido a salvo del desabastecimiento de combustible. Con un sistema de refinación semiparalizado entre denuncias de errático manejo y corrupción, la escasez explotó en el país con mayores reservas de petróleo.
«Si hoy el gobierno decidiese relajar la cuarentena, la gente encontraría que no puede ir a trabajar (…), no hay cómo movilizarse», dice a la AFP Henkel García, director de la consultora Econométrica.
Los ingresos del país, estima Ecoanalítica, pueden caer de 24.000 millones de dólares a 4.500 millones.
La parálisis, apunta Henkel García, provoca «una escalada de impagos» que en otros países es frenada con ayudas estatales, pero el margen de Maduro es limitado «sin recursos» y «sin acceso a financiamiento».
Cuando declaró la cuarentena, el gobierno socialista prometió pagar por seis meses salarios en la pequeña y la mediana industria, sin informar cuántas empresas son beneficiadas.
Sin liquidez, no aparecen soluciones a la sequía de gasolina. Esto genera un mercado negro en el que un litro se vende por más de dos dólares. Cabe destacar que el salario mínimo de un trabajador en Venezuela es equivalente a 3 dólares mensuales.
«Esto pudiese terminar con que el sector privado empiece a importar gasolina, pero, eso sí, cobrada a precios internacionales«, concluyó García.
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