El conteo de votos de las recientes elecciones presidenciales en Estados Unidos se ha convertido en una pesadilla administrativa que puede durar varios días.
El escrutinio condado por condado, el aumento de los sufragios por correo debido a la pandemia y el sistema de Colegio Electoral, son algunas de las razones que han ocasionado el retraso.
La prensa fue testigo este miércoles de la masiva operación logística de conteo de votos en el condado de Allegheny, en Pensilvania. En una nave industrial se acumulaban alineados centenares de maletines negros sellados con miles de sufragios tramitados por correo que esperaban ser preparados manualmente para ser escrutados.
El proceso de escrutinio en Estados Unidos, el cuarto país más grande del planeta, suele ser más lento que en el resto de naciones desarrolladas. Sin embargo, este año se ha visto ha complicado más de lo normal.
En grandes espacios como el del centro de convenciones de Filadelfia (Pensilvania), decenas de funcionarios del condado han dedicado los últimos dos días a abrir cada uno de los dos sobres en los que se mandaron este año los votos por correo de la entidad.
Aplanan las papeletas y alimentan las máquinas que automáticamente registran el sufragio.
Este proceso centralizado por condado se ha repetido en Maricopa (Arizona), la segunda mayor jurisdicción electoral de todo el territorio estadounidense.
Allí, los funcionarios electorales aún procesan 1,2 millones de papeletas, incluidas las depositadas durante la jornada electoral que se rellenaron sobre papel con marcador.
El escrutinio en los condados como Allegheny, Filadelfia (Pensilvania), Maricopa o Fulton (Georgia) es seguido con atención por todo el país.
Este conteo de votos decidirá qué estados van adjudicarse al candidato demócrata, Joe Biden, o al presidente republicano, Donald Trump.
La imposibilidad de proyectar un ganador de las elecciones sin que se decidan algunos estados clave se debe al sistema de Colegio Electoral.
Pese a que Biden lidera cómodamente el recuento del voto popular, esa medida no sirve para proyectar al ganador de las elecciones en Estados Unidos.
Debe terminar el escrutinio en cada esquina del país, algo que imposibilita una certeza temprana sobre quién será el vencedor de la contienda.
En otros países desarrollados, también existen cálculos que tienen en cuenta de algún modo la distribución de la población.
La diferencia es que cuando comienzan a llegar los datos de escrutinio, estos se aglutinan a nivel nacional y la foto, comienza a emerger rápidamente.
Otro punto es que en Estados Unidos las elecciones no se llevan a cabo un día festivo como el domingo.
Las autoridades estadounidenses presumen de que la descentralización electoral e independencia federada de cada estado a la hora de gestionar el conteo de votos es la base de la salud de la democracia estadounidense.
Pero dicha descentralización no es igual de efectiva cuando se centraliza el escrutinio dentro de sus vastos territorios.
En casos como España o Francia cada colegio electoral recoge el voto, lo cuenta y aborda una primera tabulación.
Por el contrario, en Estados Unidos funciona de otra manera. Los colegios solo vigilan la identificación y el acceso a la cabina de votación. No realizan el cómputo de los votos.
Las papeletas que han sido rellenadas con marcador y papel se envían a un centro de escrutinio del condado.
Allí también llegan los votos por correo y es donde se procede a un cómputo de papeletas.
Este proceso no sería un gran problema en un año normal, ya que gran parte de la ejecución de este derecho se hace en cabinas digitales conectadas a centros de datos.
Lo que marca la diferencia este año es la cantidad de millones de personas que votaron vía postal.
«Les lleva tiempo a los condados procesar tanto voto por en ausencia», explicaba hoy el encargado de la implementación del sistema de votación en Georgia, Gabriel Sterling.
Como añadido, los encargados de realizar el conteo de votos son en ocasiones personas jubiladas.
Según el Pew Research Center, en 2018 cerca del 60 % de estos trabajadores tenían más de 61 años y una cuarta parte más de 71 años.
Pese al trabajo encomiable, en las largas jornadas de conteo de votos el cansancio hace mella.
Como recordó este jueves Sterling, algunos retrasos se han debido a que en algunos condado se olvidaron presionar el botón de «subir» los datos.
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