En su editorial del 24 de junio, César Miguel Rondón aborda el tema de los venezolanos que cruzan la frontera hacia Colombia, en la búsqueda de una mejor calidad de vida.
Nadie se va queriendo. Nadie se lanza a la aventura de lo desconocido, si no es porque dónde se encuentra realmente está sufriendo y no ve otra salida. Según cifras de Migración Colombia, para el 1 de agosto de 2019, había 1 millón 400 mil inmigrantes venezolanos en el país. Para el 03 de abril de este 2020, la cifra se contabilizaba en 1 millón 825 mil.
Nuestros migrantes han sido bautizados como los “Caminantes”, pues recorren a pie miles de kilómetros y atraviesan fronteras de varios países para llegar a su destino. Son siempre noticia: El País- Madrid publica: «El drama de los migrantes venezolanos». France24: «El drama de los caminantes: un éxodo sin precedentes en América Latina» ¿Lo común? La tragedia, la penuria y la lucha.
Según la agencia de noticias EuropaPress, en mayo de este año se contabilizaba «un total de 5.095.283 personas que han dejado Venezuela para escapar de la crisis del país. De acuerdo con la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), lo que la convierte en la mayor crisis migratoria de América Latina en la historia reciente».
Sin embargo ¿Qué hace ahora el venezolano migrante? Ese venezolano que ya salió, desesperado, que llegó en bus o a pie, a Colombia, Perú, Chile, Argentina, Bolivia, Ecuador, piensa en regresar. No sabe cómo está su familia en Venezuela, no puede enviarle remesas, porque ya no produce, no tiene cómo sobrevivir.
La historia como si fuera un viejo reproductor de videos, se pone como en reversa. Los titulares que en los últimos años hablaban del drama de los venezolanos, que se iban, ahora hablan del drama de los venezolanos que peregrinan de regreso.
Pero lo peor les espera. Los venezolanos que salen de distintos lugares de Colombia, llegan en autobuses fletados o incluso caminando a Cúcuta o Arauca, con la esperanza de cruzar la frontera hacia su país. Un recorrido inverso al que hicieron en los últimos años. Cuando por fin logran cruzarla, no son bienvenidos. Son acusados por Nicolás Maduro de ser «armas bacteriológicas humanas», portadores del virus. Les espera el encierro, la cuarentena todos juntos en condiciones deplorables. Después, vendrá el reencuentro, las reflexiones y el recomenzar.
Puede que hoy regresen cabizbajos, pero no faltará mucho para que se repongan y organicen una nueva expedición. Ésta es, un llamado a la conciencia de todos.
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