Cuando estamos a las puertas de cumplir 20 años tras los fatídicos ataques terroristas en suelo estadounidense, vale la pena hacer una reflexión sobre su impacto en la cultura y el devenir político de Estados Unidos.
Se habla de que la respuesta norteamericana a esos ataques engendró más antiamericanismo y extremismo violento en la región de Asia. Se menciona la imagen de humillación y fracaso de la superpotencia ante las milicias talibanes y de cómo internamente esa lucha sirvió como potenciador del extremismo blanco que llevó a Donald Trump al poder.
Los ataques terroristas del 11 de septiembre que cobraron 3 mil vidas fueron cometidos por 19 secuestradores extranjeros, 15 de los cuales eran de Arabia Saudita, dos de los Emiratos Árabes Unidos, uno del Líbano y uno de Egipto. Ninguno era de Irak o Afganistán. Después de una intensa guerra con un hombre y sus acciones como objetivo, casi una década más tarde, apareció Bin Laden oculto en un complejo con su familia en otro país de mayoría musulmana, Pakistán y fué asesinado.
Spencer Ackerman, periodista especializado en seguridad nacional y ganador del Premio Pulitzer, explica en su libro, “Reign of Terror: How the 9/11 Era Desestabilized America and Produced Trump” (El reino del terror: De qué manera la era del 11/s desestabilizó a EE.UU. y generó un Trump) que, en realidad, la guerra de Estados Unidos contra el terrorismo tras los atentados de septiembre de 2001 potenció el extremismo blanco de derecha. Ackerman afirma que las élites estadounidenses eligieron conscientemente ignorar “el tipo de terrorismo más antiguo, más resiliente y más violento arraigado en la historia de Estados Unidos” .
Sin embargo, Ackerman asoma la idea de que Bin Laden perdió también «Bin Laden perdió el control de su revolución…no logró ninguno de sus objetivos reales».
Pero ¿cuáles eran los objetivos de Bin Laden?
Reunir a los musulmanes de todo el mundo contra el imperialismo estadounidense, primero obligando a Estados Unidos a retirarse del Medio Oriente, seguido por el derrocamiento de los regímenes corruptos respaldados por Estados Unidos en esa región. Esto no sólo no sucedió, sino que Ackerman sostiene que «Estados Unidos tiene una presencia ampliada en el mundo árabe en relación con su posición antes del 11 de septiembre».
Para otros, el daño a Estados Unidos tiene otras variables.El periodista Ahmed Rashid, autor de “Taliban y Descent Into Chaos”, señala que “ 3 mil personas murieron [el 11 de septiembre] … ausencia que nos acompañarán durante muchas generaciones por venir. Bin Laden tenía la intención con los ataques de romper el miedo a este dios falso y destruir el mito de la invencibilidad estadounidense. Sus acciones incrementaron toda la idea de la jihad universal y local en todo el mundo».
Por lo pronto, quienes protagonizaron algunas de las acciones contra intereses norteamericanos ahora forman parte del gabinete del gobierno talibán en Afganistán, quienes se hicieron populares por su accionar en las fechas del desastre en Nueva York, como Rudolph Giuliani pasaron a ser, tras su apoyo irracional al gobierno de Trump, una triste caricatura del poder.
La historia tiene esos extraños vericuetos, toda acción vista a la distancia, gana nuevos significados. No es blanco y negro, sería demasiado simple comprenderla sólo entre quienes ganan y quienes pierden. 20 años más tarde, creo, que todos perdimos.
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