Estamos a casi 23 años de la tragedia de Vargas, una estrecha franja costera ubicada entre las aguas del Caribe y las empinadas laderas de la cordillera de la Costa en Venezuela. Fue el 15 de diciembre de 1999, cuando la incontrolada ocupación urbana de los abanicos aluviales, gargantas de las quebradas y laderas de los cerros circundantes, sin la presencia de obras de control ni sistemas de alerta temprana que hubiesen podido avisar a la población para evacuar las zonas de peligro, cobró decenas de miles de víctimas.
Hoy lluvias de menor duración repiten esas escenas en distintos lugares del país y desnudan la verdad, el abandono por parte del Estado de poblados y ciudadanos en zonas desfavorecidas.
El deslizamiento de tierra alimentado por inundaciones arrasó este sábado a Tejerías, un pueblo en el centro de Venezuela, dejando varias decenas de muertos y otro tanto de desaparecidos.(VIDEOS AFP)
Leemos en AP: “Los residentes de Las Tejerías en Santos Michelena, un pueblo agroindustrial en el estado de Aragua a 87 kilómetros (54 millas) al suroeste de Caracas, tuvieron solo unos segundos para ponerse a salvo el sábado por la noche cuando los escombros cayeron sobre ellos por la ladera de una montaña”.
El almirante Remigio Ceballos Ichaso, ministro de Interior y Justicia, quien ha dispuesto miles de funcionarios a trabajar en las misiones de rescate y reconstrucción,lo explicó así:“Tuvimos un gran deslave producto de los cambios climáticos, anoche con el paso del huracán Julia se produjo un vacío que quedó rápidamente en una vaguada”.
Sin embargo, la verdad no está completa. Como señala El Estímulo: “Hace muchos años Las Tejerías era solo un poblado de pocas calles planas, con construcciones coloniales, pero con el tiempo quedó rodeado de casas de ladrillos de arcilla y construcciones precarias atiborradas entre las colinas”
Así que no fué sólo la vaguada, es el deterioro creciente de infraestructuras por falta de inversión en el país, la construcción sin supervisión de viviendas precarias, así como la ausencia de medidas preventivas que exponen a los venezolanos a situaciones trágicas.
Los testimonios son desoladores, familias que siguen rezando para encontrar a sus familiares vivos bajo los escombros, niños desaparecidos cuando celebraban una fiesta, comercios y viviendas ahora hechas de lodo, piedra y llanto, mucho llanto.
Es la falta de planificación urbana, de obras adecuadas para evitar inundaciones y de planes de contingencia para evacuar oportunamente en los momentos de los desastres. También es desinformación, la información oportuna de la verdad de las dimensiones de un hecho urgente, podría haber evitado más víctimas.
Hoy miles de funcionarios trabajan con empeño para ubicar desaparecidos, desalojar las calles de árboles, piedras y restos de viviendas.(AFP/EFE)
Hoy Onegés ofrecen alimentos y recursos para los afectados. El estadio del equipo de béisbol “Los Tigres de Aragua”, el estadio universitario de Caracas, del equipo “los Leones del Caracas” se han convertido en centros de acopio. La solidaridad de los venezolanos se hace presente, calma, reconforta.
Hoy Tejerías somos todos los venezolanos donde quiera que estemos, su dolor es nuestro también
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