Mañana, 12 de junio, se celebra el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, justo cuando este año es el Año Internacional de la Erradicación del Trabajo Infantil 2021. Es el primer Día Mundial desde la ratificación universal del Convenio núm. 182 de la OIT sobre las peores formas de trabajo infantil, (menores de 18 años) y tiene lugar en un momento en que la crisis del COVID-19 amenaza con revertir años de progreso en la solución del problema.
El objetivo es sensibilizar y denunciar la explotación infantil que se lleva a cabo en muchos países del mundo, donde se obliga a los niños a trabajar, negándoles todo derecho a la educación, la salud y una vida plena que les permita su desarrollo y bienestar integral.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) define el trabajo infantil como todo tipo de actividad laboral que «priva a los niños de su niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo físico y psicológico». En sus formas más extremas, «los niños son sometidos a situaciones de esclavitud, separados de su familia, expuestos a graves peligros y enfermedades y/o abandonados a su suerte en la calle de grandes ciudades»
En todo el mundo, el trabajo infantil afecta a cientos de millones de personas entre 5 y 15 años, antes de la pandemia se hablaba de 152 millones, 64 millones de niñas y 88 millones de niños. Casi la mitad del trabajo infantil ocurre en África, seguida de Asia y el Pacífico.En América Latina y el Caribe, la cifra superaba los 10.5 millones.
El 75 por ciento de los niños trabajadores tienen entre cinco y 14 años. Un tercio de esos niños no asiste a la escuela. Los estudiosos del fenómeno, señalan que los niños que se ven obligados a dejar la escuela antes de cumplir los quince años, tienen menos probabilidades de encontrar trabajo y los que encuentran trabajo, tardan mucho más en hacerlo y sus salarios son más bajos.
Unicef advirtió el mes pasado que aproximadamente 800 millones de niños en todo el mundo todavía no habían regresado completamente a la escuela y que cuanto más duraban los cierres, menos probable era que los alumnos regresaran.
De acuerdo con datos de la OIT para la región de América Latina y el Caribe, la pandemia causó la pérdida de al menos 34 millones de empleos. Dado que los ingresos laborales representan en promedio entre 70 y 90 por ciento de los ingresos familiares totales
Según estimaciones de la CEPAL, la pobreza podría tener un retroceso de 15 años en la región; el número de personas pobres aumentaría a 231 millones, de ellas 118 millones serían mujeres.
Con el aumento de la pobreza, el cierre de las escuelas y el limitado acceso a los servicios de protección social, niños, niñas y adolescentes podrían verse impulsados a incorporarse al mercado laboral y con ello, sólo se logrrarí un marcado retroceso en lo alcanzado, antes de la pandemia, hacia la meta 8.7 de los objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, que es poner fin al trabajo infantil para el año 2025.
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