La crecida de las aguas en la localidad de Maracay ocurrió una semana después de que un deslave dejara medio centenar de muertos y 12 desaparecidos en Las Tejerías, estado de Aragua. Lo ocurrido en Las Tejerías no puede ser atribuido únicamente al cambio climático, sino a la ausencia de medidas que permitan mitigar sus efectos como lo son el monitoreo con estaciones meteorológicas, la falta de supervisión y la corrupción en la permisología de construcciones en los márgenes de ríos y cañadas.
Gustavo Iribarren. Ingeniero Geotécnico, abordó el tema en el programa En Conexión, conducido por César Miguel Rondón.
“Lo primero que tenemos que hacer es dividir lo que ha ocurrido. Un fenómeno hidrológico, que es un fenómeno de lluvias extraordinarias, se convierten en un problema hidráulico, un problema de traslado de esas aguas, que desembocan en problemas geotécnicos y estructural. La consecuencia que hemos visto es el saldo de pérdidas humanas en los dos casos. Ahora bien, el todo es un riesgo, y ese riesgo lo podemos dividir en una primera fase de amenaza y en una segunda fase de vulnerabilidad. La amenaza es poco o nada, lo podemos hacer. Llámese lluvia o cambio climático. Sin embargo, en la vulnerabilidad es mucho lo que podemos hacer, a nivel gubernamental y a nivel individual”, dijo Iribarren.
El experto señaló, que lo que ocurrió en Las Tejerías y Maracay fue similar a lo que ocurrió en Vargas en el año 1999.
“Cambió la magnitud del desastre en función de lo planificado de las construcciones de las viviendas y en segundo lugar la precariedad que hubo en la canalización de estas aguas, pero el fenómeno es básicamente el mismo. El gobierno debe hacer una planificación urbana, que tiene que ir vinculada a una microzonificación de riesgo. Allí están las cuencas hidrográficas. No se puede permitir las construcción de desarrollo o el sostenimiento de viviendas en zonas que son inundables. Hay que educar a las personas. Hay que hacer una educación de las personas, como se ha hecho en México con el caso sismológico. También hay que hacer un seguimiento de que se cumplan las normativas. Igualmente, debe haber una alerta temprana. Existe la tecnología y el mecanismo para llevar a cabo para alertar el fenómeno”, indicó.
Para el especialista, al día de hoy, la indefensión ante un hecho similar es total.
“La única alerta temprana que tenemos en este momento es la meteorología. El reporte de del Inameh, no hay alertas tempranas que indiquen que se está desarrollando un fenómeno de deslave”, explicó.
Finalmente, Iribarren destacó que todo sistema de alerta temprana va a iniciarse en una estación.
“Si no se tienen la red de puntos neurálgicos inicial, no se está haciendo nada”, puntualizó.
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