Escribe Stewart M Patrick, James H. Binger Senior Fellow en Gobernanza Global y Director del Programa de Instituciones Internacionales y Gobernanza Global en el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR) que “más allá de sus implicaciones inmediatas para la seguridad europea, la crisis actual en la frontera entre Rusia y Ucrania destaca la importancia perdurable de la soberanía estatal como principio rector de la política mundial, a pesar de las frecuentes afirmaciones de que la globalización la ha vuelto obsoleta. También expone la tendencia de los gobiernos a invocar, descartar o reinterpretar este principio básico para adaptarlo a sus necesidades situacionales. De hecho, la estabilidad global ahora depende de si Estados Unidos y la Unión Europea son capaces de reafirmar y defender la centralidad de la soberanía estatal frente a un intento ruso de desestimarla”
Patrick, también autor de “The Sovereignty Wars: Reconciling America with the World”, así como de “Weak Links: Fragile States, Global Threats, and International Security”, señala que las naciones occidentales, que desde el final de la Guerra Fría han sido pioneras en las doctrinas de la soberanía «contingente»…se han convertido en partidarios de la línea dura de la soberanía, caracterizando las acciones de Rusia como una amenaza para el orden mundial e insistiendo en el derecho absoluto de Ucrania a determinar su propia alineación geopolítica”
Pero Rusia ha dejado en claro que la soberanía puede ser relativa, en torno a sus intereses y aliados.
Advierte Patrick que “la actitud rusa hacia el ciberespacio y la gobernanza de Internet es instructiva. Moscú insiste en que Rusia y los regímenes afines tienen la prerrogativa absoluta de gobernar Internet como mejor les parezca, repudiando los esfuerzos occidentales por crear estándares internacionales para la gobernanza de Internet…el Kremlin tiene pocos reparos en entrometerse en los asuntos cibernéticos de las naciones libres, incluso a través de sofisticadas campañas de desinformación e interferencia electoral, como lo hizo durante las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016 y 2020”
Continúa Patrick señalando el poco respeto hacia la integridad territorial y la autonomía política de los Estados en su “exterior cercano”. “Desde la disolución de la Unión Soviética …el Kremlin ha buscado obstinadamente expandir su control sobre los territorios postsoviéticos, desde la provincia separatista de Transnistria en Moldavia a Kazajstán. Los ejemplos más dramáticos son la invasión rusa de Georgia en 2008 y, de mayor importancia, su anexión de Crimea en 2014 y el armamento de los separatistas en la región ucraniana de Donbass”
La postura de Putin repudia el Memorándum de Budapest, un compromiso de 1994 firmado conjuntamente por Rusia, Estados Unidos y el Reino Unido, en el que acordaron respetar la independencia y soberanía de Ucrania a cambio de su renuncia a las armas nucleares. Desde que Rusia se apoderó de Crimea en 2014, Estados Unidos, la Unión Europea y el Reino Unido han insistido en la restauración de la integridad territorial de Ucrania, instando a Moscú y Kiev a resolver el conflicto en Donbass a través de negociaciones, utilizando los Acuerdos de Minsk negociados por Francia. y Alemania como punto de partida.
La administración Biden y sus homólogos de la Unión Europea han trabajado para presentar un frente unido, a pesar de los temores europeos, especialmente en Alemania, de que hacerlo podría poner en peligro el proyecto multimillonario del gasoducto Nord Stream. La semana pasada, la OTAN colocó sus fuerzas en estado de alerta y se apresuró a enviar tropas, aviones y activos navales a su flanco oriental: Estonia, Lituania, Letonia y Polonia.
Y, sin embargo, afirma Patrick “la solidaridad transatlántica se ve complicada por las experiencias europeas históricas y más recientes de soberanía, no la soberanía de otros, en este caso, sino la suya propia. La Unión Europea ha dado pasos significativos para unir la soberanía nacional en el interés común, incluso dentro de las instituciones supranacionales de la Comisión Europea en Bruselas y el Parlamento Europeo en Estrasburgo, sobre todo en las esferas económica y de política exterior pero así en el ámbito de la defensa…Europa sigue siendo una potencia civil, para su disgusto y el deleite de Putin”.
En medio de esta realidad, Patrick destaca la alta dependencia de la Comunidad de Naciones Europea de la fuerza militar de Estados Unidos y de la OTAN como otro brazo donde los estadounidenses dominan, algo que no brinda seguridad tras la experiencia diplomática vivida con el gobierno de Donald Trump y su política “Estados Unidos primero”y las posibilidades de su regreso en el 2024.
Concluye Patrick “Estas dudas abren la puerta a una posible fractura de la determinación de Occidente, justo cuando se enfrenta a la crisis más grave del orden mundial en décadas”.
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