El filósofo y teólogo danés, Soren Kierkegaard, decía que «Existen dos maneras de ser engañados. Una es creer lo que no es verdad, la otra es negarse a aceptar lo que sí es verdad».
Algo como lo que describe Kierkegaard, es lo que ha ocurrido con el revocatorio en Venezuela. Nadie podría creer que el régimen de Maduro iba a facilitarle a los venezolanos sacarlo de juego fácilmente y sin embargo, muchos se negaron a verlo.
El 25 de mayo de 2021, el Movimiento Venezolano por el Revocatorio (Mover) introdujo ante el CNE la primera petición de revocatorio contra el mandato de Maduro, después se sumarían otras organizaciones. La solicitud fue ratificada el 10 de enero de este año.
Para solicitarlo, según el artículo 72 de la Constitución de 1999: se requiere un número no menos de 20 % de los electores inscritos en la correspondiente circunscripción, transcurrida la mitad del período para el cual fue escogido el funcionario. Así que para lograr la convocatoria a este referendo revocatorio, se requería 20 % de firmas del padrón electoral, equivalente a 4.231.969 manifestaciones de voluntad.
Crédulos e ingenuos esperaban las normas que el CNE establecería para esa solicitud, normas que fueron, en realidad, una verdadera bofetada. La solicitud debían hacerla estos millones de venezolanos el miércoles 26 de enero, en 12 horas, entre las 6am y las 6pm en 1.200 máquinas.
Saquemos la cuenta. Eso representaba más de 4.166 personas por máquina, 347 personas por hora y 5 personas por minuto y todo esto sin margen de error, sin haber dado tiempo para notificar a la ciudadanía los puntos de recolección, sin auditoría del software que garantizara integridad e inviolabilidad del proceso, sin tiempo para nombrar testigos en los 1200 puntos. Además si en una sola región no se alcanzaba el 20%, el procedimiento quedaría anulado.En pocas palabras, se estaba dibujando el escenario de un fracaso más que anunciado.
Pero vayamos más allá del hecho de ejercer el derecho que se establece en nuestra Constitución y que debemos proteger como tal. Ésta es una acción política que debe basarse en una estrategia política.
Imaginen ustedes que la solicitud de activarlo se hubiese logrado, también el éxito en el referendo se alcanzara y se revocara a Maduro.¿Quién gobernaría una vez revocado Maduro? Evidentemente, habría elecciones presidenciales a corto plazo. ¿Quiénes y cuántos candidatos aislados lanzaría la oposición frente a quiénes del régimen? ¿Cómo podría ganar la oposición una elección sin haberse configurado antes en un bloque unido en propósito y acciones?
Salen muy caros los atajos, ya hemos pasado por varios ensayos de caminos cortos y truculentos. Esto es negarse a aceptar la verdad. La oposición no está lista ahora para una elección y menos para configurar un gobierno de unidad.El ancla hay que lanzarla hacia el 2024, por lo menos.
No podemos seguir creyendo lo que no es verdad, y tampoco negarnos aceptar lo que sí es verdad. ¿Hasta cuándo vamos a estar moviéndonos entre el engaño y la ceguera?
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