La justicia venezolana, subordinada al régimen de Nicolás Maduro, archivó este martes el caso abierto contra el periodista Luis Carlos Díaz, quien había sido detenido en marzo de 2019 con motivo de una investigación por el apagón que afectó a Venezuela.
«Después de 2 años, 10 meses y 20 días, archivaron el caso en mi contra en tribunales. Significa que logramos el cese de las medidas que restringían mi libertad y afectaron mi vida y la de mi familia, pero aún sigo en riesgo. Gracias a tantísima gente que se movió por mi caso», escribió Díaz en Twitter.
Por su parte, la ONG Espacio Público detalló en un comunicado que «la investigación se suspende a menos que surjan nuevos elementos de convicción suficientes contra el comunicador y activista por los derechos humanos».
Luis Carlos Díaz amplió la información de su caso, en el programa En Conexión, conducido por César Miguel Rondón.
“Ese día salí de la radio para cambiarme de ropa a mi casa, porque tenía que hacer una guardia nocturna en pleno apagón. Había una emergencia nacional, que sumaba cinco días. Todos estábamos sufriendo, pero mi labor ese día iba a ser estar de guardia en la radio para que el país se fuese enterando de lo que estaba sucediendo. A las seis de la tarde, dos camionetas grises sin identificación y sin placas me persiguieron y una de ellas me emboscó, casi me atropelló. En ese encontronazo, aparecieron un montón de hombres armados y me obligaron a acompañarlos, según ellos para una entrevista. A partir de allí, todas las personas que me conocían, perdieron contacto conmigo”, relató el periodista.
Díaz destacó que los funcionarios armados le dijeron que lo iban a llevar a un lugar que no podía saber.
“Me encapucharon. En ese momento, cuando estaba encapuchado y estaba en un carro sin identificación, lo que se me vino a la mente es que había grabado el disco que hizo la organización Provea para la defensa de los derechos humanos. Fui haciendo en la mente, mi propia lista sobre los derechos que se me estaba violando. En este sentido, se configuró un patrón de detención arbitraria y desaparición forzosa. Me llevaron a un centro clandestino de detención. No estuve en ninguna prisión regular en Venezuela. Estuve en un sitio oculto, en una urbanización común y corriente del centro de Caracas, que sirve como centro de torturas contra civiles en Venezuela”, agregó.
En el año 2019, el ex-jefe del Sebin, Cristopher Figuera, un general que se reveló contra Nicolás Maduro en la denominada “Operación Libertad”, declaró en el mismo programa En Conexión, que a Luis Carlos Díaz lo habían trasladado a una casa segura.
“Ese nombre es asqueroso, porque llamar casa segura a centros clandestinos de tortura, es algo cínico y además criminal. Durante esas horas, yo fui torturado y fui presionado a grabar un video en el que tenía que incriminarme a mi mismo en el apagón venezolano. Como era tan ridículo eso, luego quisieron decir que no había sido yo directamente, sino que les vendí información valiosa a gobiernos extranjeros. Me reservo el nombre de los países, pero las misiones diplomáticos de esas naciones deben saber que los querían incriminar”, narró el periodista.
Díaz destacó que fueron muchas horas de torturas físicas y psicológicas.
“Hubo cosas muy graves. Por ejemplo, me dijeron que mi esposa ya estaba presa también. Es importante que la audiencia sepa, que en ese momento mi esposa estaba en pleno ciclo de quimioterapia. Yo que era su cuidador lo único que pensaba era sobre cómo estaba ella. Y me dijeron que la estaban torturando. Lo que querían era quebrarme para que hiciera lo que ellos quisieran”, agregó.
Posteriormente, cuando se conoce que el periodista está preso, los esbirros del régimen trasladan a Luis Carlos Díaz a su casa, donde se encuentra su esposa, Naky Soto.
“Cuando vamos al allanamiento, me entero que mi esposa no está presa, sino que me estaban mintiendo. Fue bastante duro, porque sientes que es todo el aparato del Estado en mi contra. Vinieron a mi casa a robar. Se llevaron todos los equipos electrónicos, se robaron todo el dinero del tratamiento médico de mi esposa. Esa información que me extrajeron en las torturas. Ellos querían saber cuánto dinero había en mi casa y les dije que todo estaba destinado para la operación de mi esposa. Vinieron y se lo robaron. Por ese dinero nadie ha respondido en el Estado venezolano en todos estos años. Ni siquiera han respondido porque tuvimos que retrasar un año más la operación de mi esposa”, explicó.
Díaz comentó que su salario como periodista era el equivalente a cinco dólares al mes, por lo que tener acumulado dinero suficiente para una operación significaba décadas de trabajo.
“Ese dinero se lo llevaron funcionarios de seguridad venezolanos, utilizando recursos que les da el país. El único punto positivo de ese momento, fue que pude hablar con mi esposa y le pude decir que quería que mi defensa la hiciera la ONG Espacio Público y pude llevarme una muda de ropa y un cepillo de dientes al helicoide, que fue donde me tiraron esa noche”, expuso Díaz.
La comunidad internacional tuvo un rol importante, entre los actores más destacados estuvo la embajada de España. La sociedad civil venezolana también realizó una gran presión en el caso. A Díaz lo dejaron en libertad, pero con las manos amarradas.
“Lo más grave, es que el Estado no solo nos robó, sino que hizo lo imposible porque pudiera levantar el dinero nuevamente. Se han negado a devolvernos las computadoras que nos robaron, incluso cuando alegamos que en esas computadoras estaba todos los informes médicos de mi esposa. Entré en un año de muchísimo conflicto, porque no me podía ganar la vida como me la ganaba regularmente, y además tenía que hacer dinero. No faltó gente que nos llamó. Trabajamos para la UCAB, hicimos videos en internet y pudimos producir contenidos pagados por la audiencia. Llegué a presentar shows en bares y en teatros. Hicimos todo por mantener nuestra dignidad, entereza, y nuestros principios cívicos”, indicó el reportero.
Díaz además destacó que al llegar la pandemia, el resto del mundo entró en su estilo de vida que tenía un año viviendo.
“Me había perdido cursos y charlas, perdí una beca en Stanford, una invitación en la OEA, pero cuando llegó la pandemia todo se trasladó a lo digital, que es mi terreno. Allí pude equilibrar un poco lo que había perdido”, agregó.
Para concluir, Luis Carlos Díaz destacó que conozco en teoría y en la práctica, que en Venezuela hay prácticas de terrorismo de Estado.
“El otro aprendizaje es que los venezolanos debemos formarnos en derechos humanos, es lo único que nos queda a los civiles. Finalmente, hemos vivido unos niveles de solidaridad, que nadie se podía esperar.
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