Aunque la mayoría de las personas con COVID-19 mejoran al cabo de unas semanas o meses de haber estado enfermas, algunas no lo hacen. Los CDC y expertos de todo el mundo están trabajando para obtener más información acerca de los efectos de salud a corto y largo plazo asociados al COVID-9.
Los expertos desconocen por qué y con qué frecuencia algunas personas experimentan afecciones posteriores al COVID-19. Otras enfermedades infecciosas también pueden causar síntomas a largo plazo por diversos motivos. Es probable que algunas de las afecciones posteriores al COVID-19 sean similares a las provocadas por otras enfermedades infecciosas, pero otras podrían ser más específicas del COVID-19.
Algunas afecciones posteriores al COVID-19 involucran síntomas similares a los causados por otros problemas de salud. Los científicos están investigando activamente las causas de las afecciones posteriores al COVID-19.
Yorelis Acosta, psicólogo clínico y social, abordó el tema en el programa En Conexión, conducido por César Miguel Rondón.
“Desde finales del año 2020 la OMS comienzan a describir una serie de síntomas que se presentan después de superado el COVID-19. Superada la enfermedad, seguirán apareciendo semanas después algunos síntomas calificados como el COVID-19 prolongado. Estos síntomas son dolencias en los músculos, dificultad para respirar y problemas cardiovasculares”, dijo la especialista.
Acosta afirmó que el COVID-19 está dejando una dimensión psicológica que se está dejando de lado. “La pandemia produce ansiedad. Desde que nos cambió el estilo de vida, esto genera irritabilidad, ansiedad, miedos y problemas de sueño. La cosa cambia si la persona es positiva al virus, porque los miedos y la ansiedad se van a incrementar”, agregó.
La psicóloga destacó que al volver a las consultas, se percató que las personas que padecieron el COVID-19 quedan con una fase de ansiedad y ataques de pánicos.
“Hay dificultad para pensar porque la personas no oxigenan bien y también afecta la capacidad de razonamiento y atención. He tenido pacientes que admiten que no piensan de manera lógica. Las capacidades cognitivas estarán afectadas. Del COVID-19 prolongado, hay que destacar la persistencia de la ansiedad”, expuso la experta.
En cuanto el tratamiento, Acosta sugirió que se puedan suministrar unos ansiolíticos. “El COVID-19 también afecta a la familia del paciente. Si el contagiado fallece, eso genera afecciones peores en la familia. Todavía no espera un duelo prologado debido a la pandemia”, puntualizó.
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