La positividad tóxica o el positivismo extremo consiste en imponernos una actitud falsamente positiva, sobregeneralizando un estado feliz y optimista sea cual sea la situación, silenciando nuestras emociones «negativas».
El psicólogo sanitario Antonio Rodellar, especialista en trastornos de ansiedad e hipnosis clínica, prefiere hablar de emociones desreguladas.
«La paleta de colores emocional abarca emociones desreguladas, como la tristeza, la frustración, la rabia, la ansiedad o la envidia. No podemos obviar que, como seres humanos, tenemos ese rango de emociones que tienen una utilidad y que nos dan información sobre qué sucede en nuestro entorno y en nuestro cuerpo. No podemos ignorarlas», le explica a BBC Mundo.
El psiquiatra Rómulo Aponte, abordó el tema en el programa En Conexión, conducido por César Miguel Rondón.
“Ha tres niveles de la mente que nos explican lo que es el positivismo tóxico. El primero es el mecanismo de negación de la realidad, porque cuando la realidad es adversa nos duele y nos amenaza. Sin embargo, la negación es engañosa. El segundo es la disociación, que es una alteración en la conciencia que va a modificar la percepción de nuestro cuerpo, el ambiente, nuestra conducta y de la realidad. El tercero es la evitación de los esquemas cognitivos y negativos de las experiencias traumáticas de la vida”, dijo el doctor.
Para Aponte uno de los ejemplos más claros es el hijo de la madre sobreprotectora.
“El hijo aprendió un esquema mental de vulnerabilidad física. Es decir, ellos mismos se sienten débiles. Cuando crecen y se convierten en hombres y mujeres, hará todo para que ese esquema de niño vulnerable se active en estos momentos con conductas irresponsables. Hacen todo lo que la gente hace. Esta conducta responde a instancias mentales como el desafío de riego para no activar la conducta vulnerable”, agregó el pisquiatra.
Aponte señaló que unas de las soluciones para el optimismo tóxico es “tener conciencia de esos mecanismos. El positivismo negativo es una defensa engañosa para enfrentar la vida y las amenazas. Hay que tratar de ser más objetivos en relación de la realidad y la amenaza. También hay que evaluar la capacidad de afrontameinto para tratar la amenaza”, explicó Aponte.
Las personas no deben eludir la realidad, hay que enfrentarla y asumirla. “Si las personas se dejan llevar por el positivismo tóxico, enfrentarán hechos de riesgo por la negación, vivirán en una ingenuidad y la persona estará en una situación de vulnerabilidad”, puntualizó el doctor.
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