A propósito del aniversario de ‘La Gran Aldea’, esta organización ha estrenado un trabajo titulado: “Venezuela, país cuartel” en el que recorre ese panorama de la institucionalidad castrense y que muestra cómo se precipitó el paso de los militares de sus funciones medulares -al servicio de la nación y de la democracia- a convertirse mayoritariamente en actores políticos, administradores de recursos públicos, empresarios y defensores de parcialidades, una trasformación que terminó por engordar las filas del alto mando.
Alejandro Hernández, director de La Gran Aldea, evaluó el tema en el programa Día a Día, conducido por César Miguel Rondón.
“La Gran Aldea ha sido un proyecto modesto, pero lleno de gente valiosa que no ha llegado a desarrollar contenidos que nos han ayudado a entender el proceso que está en Venezuela. Ayudamos a la gente a entender y hemos cumplido nuestro segundo aniversario. En el marco de esa celebración, decidimos hacer un trabajo especial sobre el rol de las Fuerzas Armadas durante estos últimos 20 años. Es difícil entender a la Venezuela de hoy sin comprender lo que han jugado las Fuerzas Armadas en este proceso”, dijo Hernández.
Para el periodista se ha llegado a la conclusión de que el régimen de Nicolás Maduro se sostiene sobre la estructura militar, la cual maneja las principales áreas del país.
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“La conclusión no es nueva, pero el trabajo ayuda a entender varias facetas que nos ayuda a comprender el rol de las Fuerzas Armadas en el régimen de Maduro. En el trabajo podrán ver algunas infografías y vemos el rodaje que han tenido los militares en los cargos estratégicos. Ahí está la clave del por qué siguen apoyando a Maduro. También se hace una comparación de la actuación de los militares en los 40 años de democracia y durante estos últimos 20 años”, añadió.
En abril del año 2000, luego de la renuncia de Hugo Chávez, se produjo un golpe de Estado muy particular. Después de su regreso, Chávez reestructuró a las Fuerzas Armadas para que no volviera a suceder. Lo más cercano que pudimos ver fue el intento de insubordinación del 30 de abril de 2019, que también fracasó.
“En el caso del 30 de abril hubo impericia y agendas personales que hicieron que las cosas salieran mal. Lo que sí es seguro, es nunca ha habido un discurso acertado para hablarle a las Fuerzas Armadas. Eso ha sido una gran debilidad. Da la impresión de que están muy cómodos con las prebendas y que tienen con el régimen de Maduro.