El régimen de Nicolás Maduro y la oposición venezolana se preparan para una nueva ronda de negociación para paliar la crisis del país caribeño. Esta vez, México será la sede para esta cita luego de los procesos fallidos de Santo Domingo y Barbados.
En esta oportunidad, la negociación cuenta con el visto bueno de los Estados Unidos, clave para destrabar las sanciones que pesan sobre el régimen y su entorno.
Mientras Maduro ha asegurado durante las últimas semanas que estaría dispuesto a comenzar las negociaciones en agosto, todavía hay mucho ambiente de desconfianza, tanto dentro del régimen como de la oposición.
Todavía no hay bases claras sobre lo que hay o no que negociar, según comentan ambas partes.
Ángel Álvarez, PhD en Ciencias Políticas por la Universidad de Notre Dame, abordó el tema en el programa En Conexión, conducido por César Miguel Rondón.
“Se sabe muy poco de lo que se pueda negociar en México. Lo que está planteado desde el punto de vista actual en Venezuela, es que no queda otra alternativa para la oposición y para el gobierno que negociar. Estamos en un punto muerto y la negociación es el único camino, en vista de que las salidas de fuerza no han funcionado para ninguno de los dos lados. Si Maduro pudiera acaba con un plumazo a la oposición lo hubiera hecho, pero no puede porque tiene costos muy altos internacionalmente e internamente”, dijo Álvarez.
Para el experto, en Venezuela debe haber sectores de poder importantes que han cerrado la posibilidad de radicalizar la represión y cerrar el juego político.
“Dentro del Psuv y del gobierno, deben haber facciones que disputan internamente. Algunas facciones son moderadas y otras más radicales. Un gobierno por más autoritario que sea, prefiere a una oposición controlada que no tenerla”, agregó.
Álvarez destacó que la negociación tiene costos muy elevados para la oposición.
“Desde 2019 la oposición venezolana se metió por una vía insurreccional, pero solo de forma retórica. En la práctica solo se han hecho acciones bufas como la invasión con peñeros y la supuesta entrada de la ayuda humanitaria. Lo mejor que ha hecho la oposición es participar en elecciones. De esta forma, este es un punto muerto y ambos sectores deben negociar”, apuntó.
En cuanto a la negociación en sí, el analista afirmó que el gobierno no está tan débil para que la oposición aspire negociar la salida de Nicolás Maduro.
“La oposición no está en condiciones de presionar unas elecciones generales como se ha incluido dentro de los elementos del Acuerdo de Salvación Nacional. Lo máximo que podría lograr la oposición es conseguir garantías de supervisión internacional y competencias mínimas que permitan que se ganen cargos subnacionales y que se puedan ejercer esos cargos sin limitaciones. También pueden obtener la libertad de los presos políticos. Quien pretenda que Maduro renuncie o se haga un revocatorio, está especulando”, explicó el politólogo.
Luego de 20 años de revolución chavista, se producen estas negociaciones en un momento donde la sociedad está desencantada y desgastada de la política.
“Más allá del desgaste de la sociedad, hay élites que están haciendo negocios y obteniendo recursos, además que el sector político que está en el poder, lo ejerce.”, puntualizó Álvarez.
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