FA/CMR
¿Cuántas veces más habrá de repetirse esta lamentable historia?
¿Ella? una joven, apenas 18 años, inmigrante venezolana en Argentina. Pasando penurias agravadas por el reciente accidente cerebrovascular de su padre. Busca esperanzada, trabajo, necesita llevar ingresos a casa.
Ella es la presa, la codiciada presa para un cazador.
¿Él? Es el dueño de un local de Uniformes Garzón. ¿Su nombre? Irineo Humberto Garzón. Solicita personal para su tienda, puede aprovechar contratar más barato mano de obra en necesidad. Él, es el cazador
¿El escenario? La tienda de Humberto en Once, el sábado 30 de enero pasado. El cazador solicita a la joven ir de prueba ése sábado.Primera acción del cazador, plantea fecha, y lugar.
Les pido que imaginemos lo que ocurre:
Diligente nuestra compatriota atiende lo mejor que puede a unas mujeres que van a la tienda, es su día de prueba. Su jefe, Humberto Garzón, la invita a tomarse un vodka. (Una acción que debilitaría aún más a su presa). Ella se niega, dice que tomará agua más tarde.
Cuando las clientas se van, Garzón cierra persianas con candado y puertas con llave. Segunda acción del cazador. Acorrala a su víctima.
Ella teme lo peor, se apura en enviar un mensaje a su madre con su celular, pues tiene miedo. Es el grito ahogado de la mujer, tantas veces convertida en objeto, presa, víctima. Regresa a su puesto y consigue un vaso de agua servido por él, lo bebe. Intenta llamar a su hermana. Cuando ella contesta ya no puede hablar. Siente un mareo, tiene ganas de dormir.
La escena está servida. El cazador atrapa, abusa, rompe, empuja y viola a su presa.
Ella, se despierta, ve medio dormida aún, al cazador satisfecho, subiéndose los pantalones. El macho ha cumplido, la caza se ha consumado.
La policía informada por la madre, irrumpe en el local.Ella, despierta nuevamente ahora junto a la policía.
«La tristeza la tengo en todo momento. Sólo digo: Díos mío, gracias que no me acuerdo de nada. No hubiera soportado recordar algo»
La cacería aún no ha terminado. Ahora el cazador, quiere limpiar la escena, borrar en las mentes de los otros toda huella de su crimen. Mejor contar con buenos cómplices.
El lunes, su abogado Osvaldo Cantoro en una entrevista en un medio argentino, declara que Garzón Martínez no drogó y ni violó a la joven durante su primera prueba laboral en su tienda de ropa, ubicada en Buenos Aires.“ En ningún momento la drogó, en ningún momento la violó. Fue una relación consensuada”.El cazador vuelve a violarla ahora públicamente, la anula, la señala, la vuelve a violar.
La jueza Karina Zucconi, del Juzgado en lo Criminal y Correccional N°15, otra mujer, lo considera un abuso simple, decide excarcelar al agresor y juzgarlo en libertad condicional.¿Cómo puede?
Y Floralicia, me pregunta ¿hasta cuándo?. ¿Cuántas veces más se impondrá la voluntad del macho?, ¿cuántas más tendrán que levantarse otras mujeres todos los días de su vida, que siguen a una violación, descubriéndose a sí mismas como presas, vulneradas y acusadas, culpables de su propia tragedia?¿Cuántas más? “No podemos seguir permitiendo que las mujeres sean el botín de un ave de rapiña. Es hora de que todas las venezolanas seamos ella. Ni una más, nunca más”.