Esgrimir argumentos sin sustento y atizar el odio en las personas con poca o ninguna capacidad para distinguir lo falso de lo verdadero tiene costos y no son sólo de reputación ¿Cuál es el precio de la desinformación y la violencia discursiva?
El entierro de la tolerancia y la muerte.
La madrugada del viernes, fue atacado en su propia casa, Paul Pelosi, el esposo de la presidenta de la Cámara de representantes, Nancy Pelosi. Un hombre armado con un martillo preguntaba ¿Dónde está Nancy Pelosi? mientras aplastaba con el martillo las manos y la cabeza de su esposo. Paul escapó de la muerte de milagro.
El sujeto agresor no es relevante “per se” pero sus motivaciones reflejadas en un blog escrito aparentemente por él, sí. Todas coinciden con teorías conspirativas de Qanon, con argumentaciones falsas de robo a las elecciones de 2020, también con el estilo de demonización de la señora Pelosi que utilizan algunos miembros del partido republicano.
Antes del Sr Pelosi, están las acciones del ataque al Capitolio, donde también la Pelosi fue un objetivo de los alborotadores, que gritaban su nombre y violentaron su despacho el 6 de enero de 2021.
Peter Simi, profesor asociado de la Universidad de Chapman que ha estudiado los grupos extremistas y la violencia durante más de 20 años, le dijo a The New York times que “Cuando vemos cosas como lo que pasó en la casa de la Speaker; cuando vemos cosas como complots para secuestrar gobernadores; cuando vemos que aumentan los actos de violencia abierta; vemos, francamente, una gran cantidad de indicadores que sugieren que realmente estamos en un punto de crisis”
En efecto, el Departamento de Seguridad Nacional ha advertido que Estados Unidos enfrenta un peligro creciente por parte de “extremistas domésticos violentos” y lo que antes parecía un imposible es ahora una posibilidad real.
En una entrevista para MSNBC la representante Ilhan Omar, demócrata de Minnesota, reflexionaba sobre lo que ella y su esposo han conversado sobre la posibilidad de ser atacados, pues ella ha sido continuamente blanco de amenazas: “Hablábamos teóricamente de qué pasaría si encontraban a nuestros hijos cuando vinieran a buscarnos; qué pasaría si encontraran a nuestros seres queridos cuando vinieran a buscarnos.Ahora sabemos.»
Lo que todavía sorprende es la escasa reacción de los republicanos frente a una acción tan deplorable como la ocurrida el viernes pasado. O la cínica de algunos como del gobernador Glenn Youngkin de Virginia quien bromeó sobre el intento de asesinato al Sr Pelosi: “No hay lugar para la violencia en ninguna parte, pero la enviaremos de regreso (refiriendose a Nancy Pelosi) a California para que esté con él”.
Pero no estamos para bromas, la violencia política desatada no distingue uno u otros, puede tener targets en ambos espectros políticos y entonces nadie, estaría a salvo.Una vez desatada, nadie se escapa de la violencia política
Como señala the New York Times: “ La cantidad de amenazas registradas contra miembros del Congreso se multiplicó por más de diez en los cinco años posteriores a la elección de Trump en 2016, según cifras de la Policía del Capitolio, el departamento federal encargado de hacer cumplir la ley que protege al Congreso, con más de 9625 amenazas reportadas en 2021”
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