“El movimiento #MeToo ha llegado a Venezuela. Esto significa que la tecnología, que por un lado sirve para agredirnos, ha sido el canal de comunicación por el cual podemos unir nuestras voces”, así lo refiere la socióloga Magaly Huggins, directora de la ONG,Una ventana a la libertad.Esto refiriéndose al nacimiento de un movimiento de artistas contra la violencia de género, YoTeCreoVZLA.
Mientras más de 70 artistas venezolanas se reúnen para denunciar y apoyar a otras mujeres a hacerlo, hoy que celebramos el día de la libertad de prensa nos topamos con un reciente informe de la Unesco “Violencia en línea contra las mujeres periodistas:Instantánea mundial de la incidencia y las repercusiones” que justamente destaca el acoso al que son sometidas las mujeres periodistas en el mundo y de ello, no se escapa, por supuesto, Venezuela.
Los autores de este estudio son la Dra. Julie Posetti, Directora Global de Investigación del Centro Internacional para Periodistas (ICFJ), afiliada académicamente al Centro para la Libertad de los Medios de Comunicación (CFOM) de la Universidad de Sheffield y al Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo (RISJ) de la Universidad de Oxford; Nermine Aboulez, investigadora asociada en el ICFJ y con doctorado en la Universidad de Oregón; Kalina Bontcheva, profesora de informática en la Universidad de Sheffield y miembro del Centro para la Libertad de los Medios de Comunicación (CFOM) de esa Universidad; Jackie Harrison, profesora de comunicación pública, titular de la cátedra UNESCO sobre la libertad de los medios de comunicación, la seguridad de los periodistas y la cuestión de la impunidad, y presidenta del CFOM en la Universidad de Sheffield y Silvio Waisbord, director y profesor de la Escuela de Medios de Comunicación y Asuntos Públicos de la Universidad George Washington.
Naciones Unidas revela allí cifras sobre acoso a comunicadoras en las redes sociales. Las mujeres periodistas son blanco de ataques de odio, muy por encima de sus colegas. Agresiones con discursos de odio, acoso con mensajes privados no deseados, amenazas contra su reputación, amenazas de violencia física, amenazas a su prestigio profesional, amenazada de violencia sexual, vigilancia detectada, abusos basados en su imagen (15% de las encuestadas) La violencia online incluyó la vigilancia (18%), el jaqueo (14%), el doxing (8%) y el spoofing (7%).
Los principales resultados de la encuesta que sirvió de base al informe refieren a que:
Señala el estudio que “El impacto de las políticas populistas, a menudo asociadas con la demonización de los periodistas y el periodismo y con los discursos misóginos, también es a todas luces un desencadenante de la violencia en línea contra las periodistas. Del mismo modo, las fuentes de violencia en línea identificadas por las periodistas encuestadas resaltan el problema de los ataques políticos contra los periodistas y el periodismo independiente, en el que los agentes políticos son las principales fuentes de agresiones y abusos identificadas por las encuestadas.
Los agentes políticos son la segunda fuente más señalada (37%) de agresiones y abusos, después de los agresores anónimos o desconocidos (57%), según las mujeres encuestadas.
Las mujeres periodistas se encuentran a menudo en el punto de mira de las campañas de desinformación digital que recurren a la misoginia y otras formas de discurso de odio para acallar la información crítica”, como lo afirmaron el 41% de las encuestadas en este estudio.
La realidad que demuestran alí es que solo el 25% de las encuestadas denunció los incidentes de violencia en línea a sus empleadores, y las principales respuestas que dijeron haber recibido fueron: ninguna respuesta (10%) o consejos como “no te ofendas tan fácilmente” o “tienes que ser más dura” (9%), mientras que el 2% dijo que le habían preguntado qué había hecho para provocar el ataque. Sigue siendo clara y evidente la visión parcializada del empleador que asume culpabilidad en la víctima y no en el victimario.
El impacto en la vida de estas mujeres comunicadoras tiene varias consecuencias: La respuesta más frecuente (30%) entre las periodistas encuestadas sobre cómo responden a la violencia en línea, fue autocensurándose en los medios sociales. Lo cual es terrible y un logro para el acosador. El 20% afirmó que había dejado de interactuar en línea y el 18% impidió la participación del público específicamente.Las repercusiones en el empleo y la productividad (con implicaciones para la diversidad de género en los medios de información y a través de ellos) señaladas por las mujeres encuestadas, incluían mantener un perfil más bajo (38%), faltar al trabajo (11%), dejar su trabajo (4%) e incluso abandonar del todo el periodismo (2%).
¿Tienen ustedes idea de la dimensión del impacto?
Los efectos de la violencia en línea para la salud mental fueron la consecuencia identificada con mayor frecuencia (26%). El 12% de las encuestadas afirmó haber buscado ayuda médica o psicológica debido a los efectos de la violencia en línea.
Es tiempo de alzar la voz, de no callar, de asumir que la lucha de la mujer contra la violencia de género es una batalla que debe darse en todos los campos y debe ser apoyada también por voces masculinas.
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