FA/CMR
Esta mañana la noticia ha recorrido el mundo.La mujer embarazada casi a término que fue fotografiada con la mano sujetando su vientre tumbada en una camilla, ensangrentada, con la mirada perdida y en shock, ha muerto y también su bebé. La mujer habÃa sobrevivido al ataque ruso contra el hospital materno infantil de Mariupol, en el sureste de Ucrania, que se produjo el pasado miércoles 9 de marzo, y estaba siendo trasladada de urgencia a otro centro hospitalario.Â
Esa imagen es la cara más oscura de la guerra, asà como lo son las fotografÃas de los rostros de los niños, capturados sus gestos ingenuos, huyendo sin saber a dónde o jugando en los refugios antibombas, o ya sin aliento vital en los restos de lo que antes fuera su escuela.
 Hasta la mañana de ayer 13 de marzo, 85 niños habÃan muerto como resultado de la agresión rusa. 369 instituciones educativas han resultado dañadas. Un millón de niños registra Unicef son ahora refugiados en otros paÃses.
La crónica que la periodista, Helena Farré Vallejo, escribe sobre el libro “Desencajadasâ€Â de la periodista y escritora ucraniana-española, Margaryta Yakovenko, sirve para entender la realidad viven los refugiados que huyen de Ucrania.Â
En ‘Desencajadas’ se reconstruyen los recuerdos de una niña, DarÃa Kovalenko, que partió de Ucrania cuando tenÃa 7 años y se terminó de formar en España. Allà Margaryta Yakovenko narra en primera persona, lo sentido y vivido por una joven ucraniana muy parecida a ella misma aunque sea un personaje de ficción.Â
“Nunca vuelves al mismo sitio del que te vas…Mariupol huele a la última frontera antes de Rusia. Huele a tensión, a ciudad sin ley. Pero no huele a casa…La migración también puede ser una enfermedad. Al igual que la pérdida de un ser querido, la migración es un duelo. Pierdes la lengua. Pierdes la cultura. Tu identidad. Tus amigos y tu familia. Tu estatus e incluso sufres la pérdida de la tierra. Lloras los paisajes y el climaâ€.
El libro de Margaryta se terminó de escribir en plena pandemia, antes de que se imaginara siquiera la invasión a Ucrania, pero su personaje recoge claramente el dolor y las dudas de quien migra contra su voluntad, cuando todavÃa se es tan niño que las decisiones le son ajenas.Â
Reflexiona la periodista Farré en su sitio web, Planta 34, al leer a Margaryta: “Pienso mucho en los niños que se han visto envueltos en este verdadero drama. Niños que han conseguido huir, pero que han perdido la tierra. Niños que no van a entender. Niños a los que no se va a entender. Creo que no se alcanza a comprender la soledad que supone esta circunstancia hasta que no se ha vivido. No entender nada. Ni lo que se te está intentando decir, ni la comida que te encuentras en el plato, ni los dibujos de la tele. Nada. Puede resultar una tonterÃa, puede incluso parecer que con escapar ya es suficiente. Pero el asunto no acaba cuando se escapa, es entonces cuando empiezaâ€.
El arte expresa con mayor profundidad la dimensión de la tragedia humana. También las palabras de la poetisa siria refugiada, Maysoun Shoukair, en su pieza, “Llegamos†resuenan con especial sentido estos dÃas:
“Llegamos a la tierra de nieve a la insoportable belleza a la tierra de los perros que educan a los humanos con toda amabilidad.
Llegamos y estamos completamente listos para tomar fotos en todas las partes y esperar en la linde de las ayudas y hablar en voz baja en el autobús.
Llegamos llegaron nuestras maletas llenas de sueños bien planchados y fotos recientes de los que dejamos atrás les prometimos volver y nos prometieron que no envejecerÃan en nuestra ausencia bellas imágenes de las vÃctimas posiblemente podamos convencernos de que de verdad somos muy leales. Llegamos pero nos caÃmos de las maletas en el caminoâ€.
Maysoun Shoukair