La maternidad infantil, considerada entre los 10 y 14 años, y la de adolescencia entre 15 y 19 años, mostraron un repunte con la llegada de COVID-19 que supuso que los patrones de abuso sexual están arraigados incluso dentro de las familias donde una niña es «forzada a ser madre».
El Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (CLADEM) considera que “la maternidad es forzada cuando no fue buscada ni deseada, en el caso de las niñas menores de 14 años, sucede generalmente cuando se le impone ser madre». Y se ahonda en que muchos Estados, incluidos los centroamericanos, está proscrita la interrupción del embarazo temprano incluso por causales como violación sexual, y que esto tiene enormes repercusiones para las madres niñas y adolescentes.
Por su parte, organismos internacionales ven con preocupación la tendencia de maternidad infantil y adolescente en la región, y con diversas herramientas de análisis han sacado conclusiones de los costos sociales del fenómeno.
Andrea Pereira, oficial del programa de educación integral de la sexualidad del Fondo de Población de las Naciones Unidas en Venezuela (UNFPA), abordó el tema en el programa En Conexión, conducido por César Miguel Rondón.
“Lo primero que hay que determinar, es que en realidad no hay un crecimiento abrupto, sino que hay una tendencia histórica en América Latina y en Venezuela, de que se mantengan a un nivel muy alto las tasas de embarazo en la adolescencia. En el caso de Venezuela es una de las más altas en la región, en contraposición a que la tasa en general de fecundidad ha ido descendiendo. No obstante, la tasa de maternidad en la adolescencia se mantiene en niveles altos”, dijo Pereira.
La experta indicó que son muchas las razones para que las tasas del embarazo precoz se mantengan altas.
“Hay razones culturales, está la desigualdad y la inequidad. Las más altas de fecundidad se ubican en sectores de la sociedad indígenas o más pobres. Son un conjunto de factores que están asociadas a un hecho que no se reconoce el derecho a ser sexuado en la población adolescente. En este sentido, no tienen una buena educación sexual, y no se les brinda acceso a métodos anticonceptivos”, apuntó.
La analista señaló que hay una tendencia a que se vaya reduciendo la edad de iniciación sexual.
“En el caso de Venezuela, la tendencia es que la edad inicial sexual sea a los 15 años, pero las proyecciones es que se reduzca y hay una implicación fuerte de las adolescentes que no estén insertadas en el sistema escolar formal”, afirmó.
La especialista comentó que un dato interesante es que 7 de cada 10 niñas que son madres en la adolescencia, están fuera del sistema escolar.
“La reducción en la edad de iniciación sexual tiene que ver con muchos factores. Los embarazos de 10 a 12 años, son los que están relacionados a la violencia sexual. Es muy característico que en una cultura patriarcal machista, mujeres tengan parejas de 20 o 30 años mayores que ellas”, apuntó.
Finalmente, Pereira comentó que las niñas que se embarazan antes de los 15 años, tienen mayores riesgos de sufrir complicaciones en el embarazo.
“La mortalidad materna en ese grupo de edad es el doble que la general. No solo se afecta a la madre, sino también al bebé que suele nacer con bajo paso. La niña también queda fuera del sistema educativo y del sistema laboral. Un elemento adicional es que el segundo embarazo también ocurre en la adolescencia”, puntualizó.
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