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Hace 10 años, a finales de noviembre, el 28, para ser exactos, se desató un sismo político cuando cinco importantes medios occidentales publicaron 250 mil cables diplomáticos de Estados Unidos, el llamado “Cablegate”, archivos mostraban el espionaje de Estados Unidos contra las Naciones Unidas y otros líderes mundiales. El responsable Julian Assange, fundador de Wikileaks, declarado el enemigo número uno del país norteamericano.
Brillante programador y hacker, después de desempeñar diversos trabajos y actividades en el área, Julian funda, en el 2006, wikileaks.org y comienza filtrar informaciones. Pero su salto a la fama se da en el 2010, con el llamado “Cablegate”.
De acuerdo a un artículo publicado por Deutsche Welle, el material filtrado a los medios fueron 251.287 documentos, en su mayoría secretos y confidenciales, del Departamento de Estado de Estados Unidos, que ofrecían una imagen ruda de la política exterior estadounidense en documentos provenientes de sus embajadas en todo el mundo. La plataforma Wikileaks los hizo accesibles. Nunca antes habían quedado al desnudo tantos secretos a la vez en manos de los periodistas.
Afirma este diario que, “el socio alemán de Wikileaks fue la revista Der Spiegel, que se refirió a una «catástrofe mayúscula” para la política exterior de Estados Unidos». A través de los datos se podría probar, cosas como que Washington instruyó a sus diplomáticos a que espiaran a los empleados de las Naciones Unidas, incluido el secretario general, abarcándolo todo, desde datos biométricos hasta información sobre millas aéreas, o cómo los Estados árabes exigieron ataques aéreos contra las instalaciones nucleares iraníes, hasta que a las evaluaciones poco halagadoras de los principales políticos en los países anfitriones de los diplomáticos estadounidenses”.
Ya en abril del 2010, Wikileaks había tomado gran notoriedad con el lanzamiento del video “Collateral Murder”, muertes colaterales. Un vídeo clasificado de los militares estadounidenses donde se mostraba los ataques de dos helicópteros de guerra estadounidenses contra civiles en Bagdad, en los que murieron dos periodistas de la agencia Reuters. Muchas de esas imágenes contradecían el trabajo relaciones públicas del Departamento de Estado y el Pentágono.
Quizás lo más importante es que esas informaciones se realizaron cuando se iniciaban las protestas en el mundo árabe.
Pero ¿qué significó esta nueva forma de ver y distribuir la información mas allá de los del hecho penal que se le busca imputar a Assange? ¿ qué consecuencias tuvo para el periodismo?
Según el periodista de Deutsche Welle, Marcel Rosenbach, señala: «Fue un ejemplo de un nuevo manejo de material que era potencialmente interesante a nivel global, de contenido geopolítico. Y eso se estableció como un estándar periodístico en cuanto al manejo de semejante cantidad de filtraciones”.
Por su parte, el experto en Guerra de la Información de la Fundación para la Paz y la Investigación de Conflictos de Hesse (HSFK), Sam Forsythe, añade lgo que vale la pena resaltar:
«Hoy todo el mundo entiende que se debe controlar la comunicación. Se deben producir flujos activos de comunicación que permitan controlar la narrativa”, explica.
Pero también ha implicado, considerando la información como un objetivo en sí mismo y arma de guerra, la necesidad de vigilar y pertrecharse en ese sentido. Eso explicaría como sugirió a Deutsche Welle, Forsythe, el establecimiento de un área de Guerra de la Información propia dentro de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, este año.
Assange y su fundación no se han detenido, a pesar de haber estado confinado tantos años, han seguido revelando información, como los documentos del Partido Demócrata y de la entonces candidata Hillary Clinton en las elecciones de 2016.
Se mantuvo y se mantiene que mucho de lo que se publicó en el 2010, puso en riesgo la vida de diplomáticos estadounidenses y políticos opositores de los países cuyas historias y datos quedaron expuestos. Julian Assange fue declarado por la administración estadounidense enemigo del Estado, acusado de cometer 18 delitos por espionaje y se solicitó su extradición, que implicaría para Assange, de darse un veredicto afirmativo el 4 de enero de 2021, 175 años de prisión en territorio norteamericano.
Sin embargo, según Associated Press, la socia de Julian Assange, Stella Moris, tuiteó al presidente Donald Trump en Acción de Gracias, pidiéndole que perdone al fundador de WikiLeaks.
Moris publicó una foto de sus dos hijos pequeños en Twitter el jueves y escribió: “Estos son los hijos de Julian, Max y Gabriel. Necesitan a su padre. Nuestra familia necesita estar completa de nuevo «.»Te lo ruego, por favor tráelo a casa en Navidad»
Esta historia que tiene muchas implicaciones ha dado origen a películas, patrones de trabajo colaborativo para periodismo de investigación y plataformas digitales, ha convertido a los hackers en traidores o héroes y, ha dejado en el banquillo, y podría seguir haciéndolo, a países, gobiernos y gestores políticos demostrando cuán poderosa es la información cuando el secreto que oculta es revelado.