En 1897, el magnate de los medios norteamericano William Randolph Hearst envió al ilustrador Frederic Remington a cubrir la Guerra de Independencia de Cuba. Cuando Remington le transmitió que “no había ninguna guerra”, se dice que Hearst le respondió: “Ponga usted las fotos que ya pondré yo, la guerra”. En pocas palabras, quien controla los medios de comunicación masiva controla cómo se construye y se transmite la realidad.
Ahora no sólo se trata de poder en los medios. Elon Musk no ha dejado de acumular poder e influencia política. Se ha convertido en el mayor influencer del planeta. Ha convertido a Tesla en la referencia del coche eléctrico, y ha conseguido que Estados Unidos termine con la humillación de pagar cientos de millones de dólares a Rusia para llevar a sus astronautas a la Estación Espacial Internacional. Ahora lo hace SpaceX. Y eso es algo que valoran mucho los norteamericanos.
Elon Musk es también pieza clave en la seguridad del país, ya que sus satélites Starlink los usan el gobierno y los ejércitos.
Y ahora, con la compra de Twitter, los datos privados de cientos de millones de personas están en manos de una sola persona. Datos que puede emplear para beneficiar a sus empresas. O para otras cosas difíciles de imaginar.
Lo que comienza a preocupar gravemente a los políticos del gobierno estadounidense, en su cada vez mayor intromisión en la política… saltándose todas las reglas.
Washington ha tratado antes con poderosos magnates que dominaban los ferrocarriles, el petróleo o un sector económico clave, dijo Richard Haass, presidente del Council of Foreign Affairs. “Pero lo que es un poco diferente aquí es la capacidad de Musk para proyectar su agenda política y el hecho de que ahora que tenemos tecnología y medios que permiten a las personas convertirse esencialmente en su propia red o canal”
Musk ha dicho: «La razón por la que adquirí Twitter es porque es importante para el futuro de la civilización tener una plaza común digital, donde se pueda debatir una amplia gama de creencias de manera saludable, sin recurrir a la violencia».
Es este mesianismo el que preocupa a los políticos. En manos de un multimillonario impredecible con una gran influencia política y tecnológica, y ahora con su propio canal privado para acceder a cientos de millones de personas, puede conseguir lo que quiera.
Jill Lepore, historiadora y periodista, afirma en The Washington Post: «Deberíamos estar preocupados, no porque sea inevitable que su influencia sea maligna, sino porque es inevitable que sea una gran influencia».
“Elon, The Everywhere” es como lo llamó un funcionario de la Casa Blanca. “Él cree que es un regalo tan grande para la humanidad que no necesita barreras protectoras, que él sabe lo que es mejor”.“Se ve a sí mismo por encima de la presidencia”
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