La posición de China frente a la invasión rusa de Ucrania ha sido bastante ambigua, cuidadosa, dirían algunos.
El viernes 25 se abstuvo de votar una resolución de condena a Rusia en la ONU. El Gobierno de Pekín intentó explicar la decisión con cinco argumentos, entre los que se incluye el “respeto a la soberanía de los países y de su integridad territorial” y un concepto de seguridad “común e integral”.
El concepto de seguridad implica que la estabilidad de un país “no puede venir a costa de la de otros”, aunque las “legítimas” demandas de Rusia “deben tomarse en serio y abordarse adecuadamente” tras “cinco rondas de expansión de la OTAN hacia el este” sostuvieron los chinos.
Ésos fueron algunos de los argumentos utilizados por el embajador chino ante las Naciones Unidas, Zhang Jun, repitiendo parte de lo que había expuesto el mismo viernes, el canciller chino, Wang Yi, ante representantes de la Unión Europea y el Reino Unido.
Wang Yi tampoco condenó las acciones rusas, declaró a sus interlocutores que se ha alcanzado una situación que “China no desearía ver” y anunció que es “imperativo” que todas las partes “ejerzan la moderación” para evitar “que la situación se deteriore” y “proteger las vidas y la propiedad de los civiles”.
Escribe PATRICIA M. KIM David M. Rubenstein Fellow
“Beijing ha cometido un grave error de cálculo estratégico al alinearse estrechamente con Moscú en un momento en que los estados de todo el mundo condenan inequívocamente la invasión rusa de Ucrania. En los últimos días, los medios oficiales chinos se han apresurado a afirmar que Pekín siempre ha mantenido una “posición neutral” y ha apoyado una resolución pacífica de la situación en Ucrania. Incluso hasta principios de enero, esta afirmación era algo defendible ya que Beijing se abstuvo de respaldar explícitamente las demandas de seguridad de Moscú y enfatizó públicamente sus vínculos con Ucrania, un socio de la Iniciativa Belt and Road. Pero sus afirmaciones de neutralidad perdieron toda credibilidad cuando el presidente Xi Jinping decidió marcar la apertura de los Juegos Olímpicos de Beijing con una cumbre muy publicitada con el presidente Putin y la publicación de una declaración conjunta sin precedentes en la que China expresó «simpatía» y «apoyo» por las demandas rusas de “garantías de seguridad vinculantes en Europa”.
Continúa Kim “¿Qué ha ganado concretamente China, además del compañerismo ideológico, al abrazar a Putin en este momento y a qué precio? ¿Se unirá a otros estados para condenar y castigar a Moscú por su flagrante violación de la soberanía estatal y la integridad territorial, principios que Beijing profesa apreciar? ¿O elegirá desviarse culpando a Washington por “iniciar el fuego” y amortiguar el golpe de las sanciones a Rusia? Servir como salvavidas de Rusia tendrá un precio económico y diplomático significativamente mayor que proteger a un estado pequeño y aislado como Corea del Norte”. Beijing debería reevaluar, dice Patricia Kim, “si su creciente solidaridad con Moscú vale los profundos costos para su reputación global, sus perspectivas económicas y sus vínculos con el resto del mundo”.
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