El hipo persistente del presidente del Brasil, Jair Bolsonaro ha ido haciendo mella en su imagen de hombre fuerte, ninguna de sus declaraciones se libra de esa incómoda interrupción, que rompe el ritmo acelerado de este “correcaminos” de la derecha brasileña.
Beep, beep dice el correcaminos, el personaje de los cortos animados de Looney Tunes, hip, hip repite Bolsonaro.
¿Podrá este insufrible hipo que no ha sido saldado ni siquiera con intervenciones médicas y hospitalizaciones ralentizar la carrera de Bolsonaro, por acabar con la democracia en su país?¿Afectará sus posibilidades para la reelección en el 2022?
Un muy interesante especial, publicado en su versión América, por el diario madrileño, El País, se titula “El método Bolsonaro: un asalto a la democracia a cámara lenta”, en él se va demostrando cómo con apenas tres años de Gobierno, el presidente Jair Bolsonaro ha roto los pactos sociales de Brasil, amenazando el legado político de 36 años de democracia.
Cito a El País: “En poco más de dos años y medio que lleva Bolsonaro como mandatario, es posible descifrar el modus operandi del político forjado en el Ejército que asumió la presidencia de Brasil el 1 de enero de 2019: mientras parte de su actividad se concentra en perseguir a sus críticos, inventar noticias falsas que los periódicos deben desmentir y fomentar crisis políticas con otros poderes, la maquinaria del Estado es utilizada para fortalecer los pilares que podrían sostenerlo en su puesto más allá del voto. Si su estrategia discursiva parece un calco de Donald Trump, su sostén más importante es, paradójicamente, el mismo que ha utilizado el chavismo: los militares”
Se trata pues de una democracia con uniforme militar. “En el gobierno de Bolsonaro hay por lo menos 6.157 de ellos distribuidos en direcciones, consejos de administración y gerencias de empresas estatales como Petrobras, la hidroeléctrica Itaipú, Correos y Eletrobras. De sus 22 ministerios, nueve están ocupados por militares en activo o en la reserva.El Gobierno invirtió el equivalente a 16.600 millones de dólares (más de 14.000 millones de euros) en privilegios a los militares”.
Y, al igual que Trump, señala El País de Madrid, “día tras día sacude al país con discursos radicales y distópicos que contradicen la realidad y desafían la Constitución. El 19 de julio de 2019, por ejemplo, durante un desayuno con periodistas extranjeros, Bolsonaro afirmó que en Brasil no había gente que pasara hambre, a pesar de que en ese momento 5,2 millones de brasileños se encontraban en esa situación, una cifra que supera a toda la población de Nueva Zelanda. “Decir que la gente pasa hambre en Brasil es una gran mentira”, afirmó rotundamente en presencia de periodistas internacionales. “La pasan mal, no comen bien. Pero no pasan hambre ”, dijo.
Otra de sus acciones contra la democracia ha sido reducir el control social sobre el poder público.Ha revocado los actos administrativos que determinaban la creación de consejos con participación de representantes de la sociedad civil en las decisiones sobre políticas públicas.
Las redes de comunicación de Bolsonaro son un capítulo aparte en su estrategia para debilitar la democracia brasileña. Desde que asumió el cargo hace transmisiones semanales en directo en redes sociales. Con su llegada a la presidencia, su línea de ataque a los periodistas, que ya se conocía desde sus días como diputado, se ha multiplicado con milicias virtuales que atacan a profesionales críticos, sobre todo mujeres.
Como hiciera Chávez, Bolsonaro se ha hecho de infinidad de páginas web y cadenas de televisión que le apoyan incondicionalmente, al mismo tiempo que reciben mayores partidas de fondos públicos.
Y sigue el diario madrileño: “Ante el temor de perder las elecciones, al igual que hizo Trump, el presidente ya ha plantado la semilla del caos, inventando un riesgo de fraude con las urnas electrónicas”.
Bolsonaro ha utilizado también, advierte, el diario El País de Madrid, “los recursos disponibles en la legislación brasileña para perseguir y amedrentar a sus críticos,profesores, artistas y activistas como por ejemplo la Ley de Seguridad Nacional.
Así como la promulgación de ordenanzas, despachos, resoluciones, decretos o instrucciones normativas. En dos años y medio en el poder, el presidente ha firmado 1.060 decretos.
El presidente de Brasil también ha socavado la inversión en las universidades. Desde 2019 hasta la fecha, el recorte acumulado en el presupuesto de las universidades federales es del 25%, según la Asociación Nacional de Directores de Instituciones Federales de Enseñanza Superior.
Sólo el Poder Judicial, especialmente el Tribunal Supremo Federal, es la institución que ha servido de barrera para inhibir los abusos de poder del presidente. Pero ahora Bolsonaro cuenta con un nuevo enemigo, el espasmo de su diafragma, el hipo.
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