Según el Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Pontificia Universidad Católica del Perú, (PUCP), “de acuerdo al derecho internacional, la apatridia es la condición por la cual una persona no es considerada nacional por ningún Estado conforme a su legislación”.
Pero es vital entender que “conforme a su legislación” no solo implica la existencia de disposiciones legales que generen apatridia, sino que también implica a la imposibilidad de las personas en la práctica las personas de acceder a una nacionalidad, por cualquier otra situación, incluso si según las normas de ese determinado país, podrían tener acceso a una.
Ese es exactamente el caso de Venezuela. Como sabemos, según la Constitución todo ciudadano venezolano tiene derecho a la identidad, por lo que tendría el poder para exigirle al Estado,al “Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería”, SAIME, su derecho de contar con los documentos que lo identifican ante cualquier proceso que demande de la persona su condición de ciudadano venezolano. Vale decir, el acta de nacimiento, la cédula de identidad y el pasaporte. Esa es la segunda piel del venezolano, lo representa ante el mundo y sus instituciones. Pero ese derecho es uno de los muchos que nos ha violado la dictadura.
Según el informe “Vulneración del derecho a la identidad en la población infantil y adolescente de Venezuela”, presentado en Julio de 2019, se precisó que, nada más que de marzo a octubre de 2018, los hospitales del país dejaron de emitir el certificado o acta de nacimiento, contemplado en la Ley Orgánica de Registro Civil.
Angeyeimar Gil, trabajadora social y miembro del equipo de investigación de de Cecodap, explicaba que: “Para ese entonces, voceros del Ministerio de Salud explicaron que el papel donde se asentaban los datos era muy costoso. Éste es un documento donde se plasman las impresiones de los pies del recién nacido y el resto de sus datos: identificación, nacionalidad y relaciones filiales. Ese primer documento da paso a la partida de nacimiento, la cédula y culmina con el pasaporte”
Como señala, la investigadora: «Con la entrada en vigencia de la Lopnna el Estado saldó la deuda con los niños sin identidad. Hoy, la falta de identificación en niños implica un retroceso de al menos 18 años. Un niño recién nacido que no sea identificado es mucho más vulnerable a ser víctima de violencia. Es un niño sin seguridad jurídica ni protección”
Con la crisis humanitaria compleja, la migración de familias a otros países y con ellos niños menores de edad sin cédula, otros sin pasaporte, debido a los costos elevados y la demora para entregarlos, son muchos los niños que no pueden decirle al mundo que son venezolanos. Eso sin contar que otros niños nacieron fuera de Venezuela y tampoco pudieron ser registrados en aquellos países donde no podía considerárseles sus “nacionales’.
En el mundo existen alrededor de 10 millones de niños apátridas. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR, en Colombia hay cerca de 25 mil niños bajo esta condición, todos ellos de padres venezolanos. ¿Cuántos más habrá en Perú, Ecuador, Argentina, y demás países?
La apatridia, como toda violación de derechos humanos, supone no solo la violación del derecho a la nacionalidad, sino también a su personalidad jurídica, es una negación a su existencia en el mundo y restringe, por ende, diversos tipos de derechos básicos para la supervivencia de la persona como a la salud, educación y la seguridad social.
Hoy hablaremos de las múltiples formas de perder la identidad, la legal y la cultural.
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