¿Qué ocurre en un país donde el máximo representante del poder acusa a los funcionarios de ser cómplices de una elección amañada aunque los hechos no respalden su acusación?
¿Cuáles consecuencias podría enfrentar un ciudadano común expuesto al escarnio público desde el twitter del propio presidente?
Cosas como estas, que no parecen posibles vivirlas en pleno siglo 21, ¿se imagina usted que le instalen en el patio de su casa una horca y que escriban en miles de tuits y facebooks que es necesario fusilar a los traidores?
Estamos hablando de supuestos traidores, que en realidad son simples ciudadanos que contaron votos o funcionarios que trabajaron en los centros electorales o aún más arriba, aquellos que aseguraron el entorno digital.
¿Qué tienen en común todos? Declarar que las elecciones del pasado 3 de noviembre fueron justas y que no existe el menor asomo del fraude que tanto reclama el presidente Donald Trump.
Gabriel Sterling, uno de los funcionarios encargados del conteo de votos en Georgia, estado que Trump perdió por un estrecho margen en los pasados comicio, y en el cual ya se han realizado dos recuentos manuales, dijo en una conferencia de prensa visiblemente alarmado y molesto, en el capitolio de Atlanta.
«Esto tiene que parar ya o van a matar a alguien. Señor presidente, parece que usted perdió Georgia. Y usted tiene derecho a ir a las cortes. Pero a lo que usted no tiene derecho es a seguir inspirando a la gente para que cometa actos de violencia. Alguien va a terminar herido. A alguien le van a disparar y lo van a matar».
No exageraba Sterling, el martes 1 de diciembre, Joe DiGenova, uno de los abogados del presidente, dijo que Chris Krebs, alto funcionario de la administración a quien Trump destituyó por decir que las elecciones habían sido las más seguras en toda la historia del país, debería ser «arrestado y luego ejecutado al amanecer».
Este miércoles primero de diciembre, Chris Krebs, ex director de la Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad, escribió un editorial en las páginas de The Washington Post titulado: «Trump me despidió por decir esto, pero lo diré de nuevo: la elección no fue manipulada».
En el editorial, sostiene que, si bien su familia está siendo amenazada de muerte por “trumpistas” furibundos, no se dejará intimidar.
«El 17 de noviembre, fui destituido como director de la Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad, un cargo confirmado por el Senado, en un tweet del presidente Trump después de que mi equipo y otros expertos en seguridad electoral refutaran las acusaciones de piratería en las elecciones de2020».
«El lunes, un abogado de la campaña del presidente declaró claramente que debería ser ejecutado. No me voy a dejar intimidar por estas amenazas de decirle la verdad al pueblo estadounidense».
«Hace tres años, dejé un cómodo trabajo en el sector privado para unirme, con el espíritu del servicio público, al Departamento de Seguridad Nacional. En ese momento, la comunidad de seguridad nacional se estaba recuperando de las consecuencias de la descarada interferencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016. Yo quería ayudar».
«La misión era clara: defender la democracia y proteger las elecciones estadounidenses de las amenazas nacionales y extranjeras».
«Con la ventaja del tiempo para prepararnos para las elecciones de 2020, nos pusimos manos a la obra. Mi equipo en la Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad, o CISA, tenía la responsabilidad principal de trabajar con los funcionarios electorales estatales y locales y el sector privado para proteger su infraestructura electoral, incluidas las máquinas, los equipos y los sistemas que respaldan las elecciones, contra la piratería.. En CISA, estuvimos allí para ayudarlos a hacerlo de forma segura».
«Si bien ya no hablo regularmente con los funcionarios electorales, tengo entendido que en los resultados de 2020 no se han descubierto discrepancias significativas atribuidas a la manipulación en los procesos de escrutinio, auditoría y recuento postelectorales».
Este punto no se puede enfatizar lo suficiente: los secretarios de estado en Georgia, Michigan, Arizona, Nevada y Pensilvania, así como los funcionarios en Wisconsin, trabajaron horas extra para asegurarse de que hubiera un registro de documentos que pudiera ser auditado o contado a mano, independientemente de cualquier software o hardware presuntamente pirateados.
«Es por eso que la confianza de los estadounidenses en la seguridad de las elecciones de 2020 está totalmente justificada. Las elecciones de 2020 fueron las más seguras en la historia de Estados Unidos. Este éxito debe ser celebrado por todos los estadounidenses, no socavado al servicio de un objetivo profundamente antiestadounidense».
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