Ayer en la noche de París, el presidente Emmanuel Macron y la contendiente de extrema derecha Marine Le Pen se enfrentaron en un debate, cuatro días antes de la segunda vuelta presidencial del 24 de abril.
En un primer sondeo exprés elaborado por el instituto Elabe, el 59% de los encuestados consideró que el presidente se había impuesto en el debate, frente al 39% que se decantó por la líder de derecha extrema.
Las posturas de Le Pen en algunos temas reflejan cómo ha evolucionado el sentimiento nacionalista en Francia. Un ensayo de opinión en The New York Times titulado, “Marine Le Pen se parece a la corriente principal porque la corriente principal se parece a ella”con la firma de Rim-Sarah Alouane. investigador de la Universidad de Toulouse Capitole que a menudo escribe sobre política y cultura francesas, sostiene esa tesis.
Dice Alouane: “Desde hace más de 30 años, el debate político francés se ha centrado en cuestiones de identidad a expensas de temas más apremiantes como la atención médica, el cambio climático, el desempleo y la pobreza. La extrema derecha ha abierto el camino. Explotando los sentimientos de decadencia a fines de la década de 1960, cuando Francia se despojó de su imperio colonial, perdió la guerra en Argelia y se sometió al dominio estadounidense de Europa occidental, la extrema derecha se convirtió en una poderosa fuerza política. Utilizó su influencia para defender su concepción de la identidad francesa, evocando una civilización cristiana europea milenaria amenazada por la inmigración musulmana del norte de África.
Inicialmente considerados una amenaza de otros lugares, supuestamente viniendo a Francia para privar de trabajo a los nativos, los musulmanes han sido vistos en las últimas décadas como una amenaza interna. Con el auge del terrorismo islamista, se vio que los musulmanes practicaban una religión intrínsecamente violenta que requería la contención por parte de las autoridades públicas. Ser musulmán era ser culpable hasta que se probara su inocencia”.
De este temor se ha agarrado Marine Le Pen a quien anoche vimos confundir ideología con religión. Asumiendo que hay que salvar a las mujeres musulmanas de su propia religión, agregó:“Quiero prohibir el velo en el espacio público. Creo que el velo es un uniforme impuesto por los islamistas y creo que la mayoría de las mujeres jóvenes que lo usan no pueden hacer otra cosa”.
Emmanuel Macron aseguró que su rival “salta del terrorismo, al islamismo y a los extranjeros, creando un sistema de equivalencia “que confunde todos los problemas”.
Pero volvamos al artículo de The New York Times, señala Alouane: “La última década ha llevado esta ecuación a un nuevo nivel. El temor generalizado ahora no es que un puñado de personas entre casi seis millones de musulmanes pueda representar un peligro para la seguridad pública, sino que todos los musulmanes franceses por su mera existencia amenazan la identidad cultural de la «Francia tradicional». Es, para algunos votantes, un miedo existencial”.
Ocurre lo mismo con la visión de Le Pen sobre la inmigración. Advierte Alouane: “Su manifiesto, por ejemplo, promete enmendar la Constitución para prohibir el asentamiento de “un número tan grande de extranjeros que cambiaría la composición y la identidad del pueblo francés”, una reformulación de la teoría del “Gran Reemplazo” de la supremacía blanca. También planea distinguir legalmente entre «franceses nativos» y «otros» para el acceso a la vivienda, el empleo y los beneficios, y permitir la ciudadanía solo a las personas que «se la hayan ganado y asimilado».
Así lo fraseaba Marine Le Pen anoche:«Dondequiera que voy, incluso en el campo más profundo, hay personas que me dicen ‘no podemos soportarlo más…Necesitamos resolver el problema de la inmigración masiva y anárquica”.Francia necesita un referéndum sobre inmigración «para que los franceses elijan quién viene, quién se queda y quién se va«.
A estas palabras Macron respondió: “Vive únicamente del miedo, madame Le Pen, y del resentimiento…Un referéndum no cambiaría nada, depende de la cooperación de otros países».
También el tema de la Unión Europea es un punto de quiebre entre ambos candidatos. De hecho otros líderes de Europa temen que la Francia de Le Pen terminaría con esa comunidad política. Anoche Macron volvió a reiterar su deseo de fortalecer la soberanía del Bloque para poder hacer crecer la soberanía de Francia y se refirió a la propuesta “escondida” de Le Pen, de “salir del euro”. Marine Le Pen respondió:
«Francia es una potencia mundial, no solo una potencia europea. Quiero que la Comisión Europea respete a las naciones soberanas, que respete la elección del pueblo francés, incluida su elección de sociedad. Así que quiero cambiar esta organización europea. Pero no quiero dejarla».
Por lo pronto, dos visiones de país y de Europa se votarán este domingo 24 de abril, el día en que quizás sea la abstención la que defina quién gana la partida.
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