El pasado 21 de julio, regresaron a Venezuela alrededor de 200 ciudadanos que tenían más de cuatro meses esperando un vuelo de repatriación en Madrid.
Aún se estima que quedan unas 500 personas en el país europeo esperando una opción para volver.
El periodista de Venezuela Migrante, Alessandro Di Stasio, explicó en entrevista con César Miguel Rondón, lo que tuvieron que vivir algunos de los repatriados y lo que un pequeño grupo aún siguen experimentando tras su llegada a suelo nacional.
«Inicialmente llegaron a cumplir cuarenta en distintos lugares dispuestos por el Gobierno: El hotel Alto Mar, el Eurobuilding y el centro vacacional en Los Caracas», sostuvo Di Stasio.
El periodista, quien ha seguido de cerca el caso de estos venezolanos, explicó que todos los viajeros del 21 de julio tuvieron que firmar un documento en donde se comprometían a guardar cuarentena obligatoria durante 15 días al llegar a Venezuela.
«Los que escogían las opciones de hoteles tenían que pagar la cuarentena por noche. Hasta 100 dólares diarios los que se hospedaron en el Eurobuilding, y en el Alto Mar, 45 dólares pero sin comidas incluidas».
Di Stasio sostuvo que aunque «ya la mayoría de ellos está en sus hogares» e incluso a algunos se les fue exonerado el pasaje del vuelo de repatriación y la prueba PCR (550 y 90 euros respectivamente), para llegar hasta sus estados el régimen de Nicolás Maduro no les dio completa facilidad en el transporte.
Conforme a lo que explicó el periodista, algunos «pagaron autobuses Yutong dispuestos por el Gobierno o taxis aparte», que era las únicas alternativa que tenían para poder llegar a las distintas regiones del país.
Alessandro Di Stasio señaló que dos mujeres identificadas como «Roxana y Yulexi», se dirigían a Valera en un autobús con personas de otros estados, cuando en los límites de Trujillo un funcionario les indicó que tenían que hacer una cuarentena obligatoria en el Polideportivo de la ciudad. A pesar de que sus pruebas en Madrid y Caracas habían dado negativas y tenían salvoconducto.
«La situación es que están confinadas en una habitación un poco deteriorada. Dicen que los colchones huelen a orina. El miedo de ellas es que comen delante de bastantes personas. Les da miedo que allí se contagien».
De acuerdo con Di Stasio, Roxana y Yulexi habrían confesado que están bajo amenaza, luego de que él junto a otros colegas intentaron pedirle más detalles sobre su situación.
«Están allí desde hace tres días«, concluyó diciendo.
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