El trabajo de investigación de titulado “UNA REVISIÓN DE LA LITERATURA Y META-ANÁLISIS DE LOS EFECTOS DE LOS CONFINAMIENTOS EN MORTALIDAD POR COVID-19” realizado por Jonas Herby, asesor especial en el Centro de Estudios Políticos de Copenhague, (Dinamarca,) Lars Jonung, profesor emérito de economía en la Universidad de Lund, (Suecia) y Steve H. Hanke, profesor de Economía Aplicada y Fundador y Codirector del Instituto Johns Hopkins de Economía Aplicada, Salud Global y Estudio de Empresas Comerciales, concluye que los confinamientos en los Estados Unidos o en Europa tuvieron poco o ningún impacto para reducir las muertes producidas por la Covid.
Para llegar a esa conclusión los estudiosos, identificaron 18.590 estudios publicados, después de tres niveles de selección, 34 estudios finalmente calificaron, pero de ellos, sólo 24 calificaron para su inclusión en el metanálisis.
En el análisis los académicos identifican las intervenciones no farmacéuticas (NPI, por sus siglas en inglés), comúnmente conocidas como “cierres” (políticas que restringen el movimiento interno, cierran escuelas y negocios y prohibición de viajes internacionales, uso de máscaras faciales, distanciamiento social voluntario u obligatorio, acciones que restringe directamente las posibilidades de las personas.) También caracterizan a los confinamientos como la imposición de al menos una intervención no farmacéutica (NPI) obligatoria.
Los estudios que analizan NPI específicos (bloqueo versus no bloqueo, máscaras faciales, cierre de negocios no esenciales, cierre de fronteras, cierre de escuelas y limitación de reuniones) tampoco encontraron evidencia amplia de efectos notables en la mortalidad de COVID-19. Sin embargo, el cierre de negocios no esenciales parece haber tenido algún efecto (reduciendo la mortalidad por COVID-19 en un 10,6%), lo que probablemente esté relacionado con el cierre de bares. Además, las máscaras pueden reducir la mortalidad por COVID-19, pero solo hay un estudio que examina los mandatos universales de máscaras. El efecto del cierre de fronteras, el cierre de escuelas y la limitación de reuniones en la mortalidad por COVID-19 arroja estimaciones ponderadas de precisión de -0,1 %, -4,4 % y 1,6 %, respectivamente. Los bloqueos (en comparación con ningún bloqueo) tampoco reducen la mortalidad por COVID-19.
Más específicamente, los estudios del índice de rigurosidad encuentran que los bloqueos en Europa y los Estados Unidos solo redujeron la mortalidad por COVID-19 en un 0,2% en promedio. Los estudios de orden de refugio en el lugar (SIPO) también fueron ineficaces, ya que solo redujeron la mortalidad por COVID-19 en un 2,9% en promedio.
Señalan Herby, Honung y Hanke que: “En las primeras etapas de una pandemia, antes de la llegada de vacunas y nuevos tratamientos, una sociedad puede responder de dos maneras: cambios de comportamiento obligatorios o cambios de comportamiento voluntarios. Nuestro estudio no logra demostrar efectos positivos significativos de los cambios de comportamiento obligatorios (bloqueos)... Incluso si los bloqueos tienen éxito en la reducción inicial de la propagación de COVID-19, la respuesta conductual puede contrarrestar el efecto por completo, ya que las personas responden al menor riesgo cambiando el comportamiento. Por ejemplo: Si el cierre de bares y restaurantes hace que la prevalencia de la enfermedad caiga a cero, la demanda de costosos esfuerzos de prevención de enfermedades como el distanciamiento social y un mayor enfoque en la higiene también cae a cero, y la enfermedad regresará”
Concluyen también que “Esto debería llamar nuestra atención sobre el papel de los cambios de comportamiento voluntarios. Aquí, se necesita más investigación para determinar cómo se pueden apoyar los cambios de comportamiento voluntarios. Pero debe quedar claro que una función importante de las autoridades gubernamentales es brindar información para que los ciudadanos puedan responder voluntariamente a la pandemia de una manera que mitigue su exposición”
El impacto económico y social que destacan los investigadores es muy profundo. Los bloqueos durante la fase inicial de la pandemia de COVID-19 han tenido efectos devastadores. Han contribuido a reducir la actividad económica, aumentar el desempleo, reducir la escolarización, provocar disturbios políticos, contribuir a la violencia doméstica y socavar la democracia liberal. Estos costos para la sociedad deben compararse con los beneficios de los bloqueos, señalan los académicos, que en su meta-análisis, han demostrado que son marginales en el mejor de los casos. “Tal cálculo estándar de costo-beneficio lleva a una conclusión sólida: los bloqueos deben rechazarse de plano como un instrumento de política pandémica”.
En América Latina, por ejemplo, la Organización Internacional del Trabajo advierte de una crisis de desempleo que parece prolongarse en el tiempo. El informe regional de la OIT, publicado esta semana señala que: “Al comenzar 2022, se estima que en total hay unas 28 millones de personas que buscan ocupación sin encontrarla..Cerca de 4 millones corresponden a personas que se han incorporado a las filas del desempleo por la crisis de la pandemia»
Pareciera entonces que el regreso a la “normalidad” deberá acelerarse para evitar que el remedio siga siendo ahora peor que la enfermedad.
Los mejores tenistas profesionales del mundo estarán en la cancha en Hard Rock Stadium de…
Vuelven a agitarse las sospechas sobre la fuga del laboratorio del Covid en Wuhan. El…
Adriana, de nacionalidad venezolana habló en televisión sobre la agresión xenófoba que sufrió hace unos…
El primer y fugaz encuentro entre EEUU y Rusia desde que empezó la guerra confirma…
Actualmente, el gobierno y la sociedad de los Estados Unidos está enfrentando una de las…
En el espacio “Inmigra Ya”, la abogada experta en migración, Mirtha Fadul, de la firma…