Con la salida estadounidense de Afganistán, China espera ver realizado su sueño de una disminución de la influencia de su rival geopolítico en una región que considera su patio trasero.
Al mismo tiempo, está preocupada por la posibilidad de que esa misma salida cause violencia e inestabilidad, y que esa inestabilidad rebase la frontera hacia la región noroccidental de China, donde la mayoría de los habitantes son musulmanes.
El auge del Talibán ciertamente podría otorgarle oportunidades políticas y económicas para China, como por el ejemplo el desarrollo de las vastas riquezas minerales de Afganistán, y Beijing ha dejado en claro que está lista para ayudar a reconstruir al país vecino. Pero para ello se requerirá estabilidad, y al menos por ahora, las consecuencias de la retirada de estadounidenses han sido de caos.
Ariel González Levaggi, doctor en Relaciones Internacionales y ciencia política por la Universidad Koç, abordó el tema en el programa En Conexión, conducido por César Miguel Rondón.
“Ha sido muy clara la reunión del 28 de julio del ministro de Relaciones Exteriores de China con los principales representantes del talibán, en la cual China se aseguró que esta nueva era de los talibanes no sea como en el pasado, cuando Afganistán se convirtió en un territorio que exportaba terrorismo. La inquietud de los chinos es en materia de inseguridad. No obstante, al mismo tiempo hay oportunidades que se le abren a China en ese nuevo espacio euroasiático post-americano, donde Afganistán puede ser algo que nunca pudo concretar: ser un país que forme parte del mercado asiático”, dijo González Levaggi.
Para el experto, la intención de China es transformar Afganistán en un punto clave desde el punto de vista logístico. También quieren invertir en sectores minerales como las tierras raras y el níquel.
“Afganistán es uno de los poco países de la región que es rico en hidrocarburos. Por eso el país aparece como una especie de mina de oro sin explotar”, agregó.
Con el regreso de los talibanes a Afganistán, el país regresa a la interpretación más rígida de la ley Sharía pero tendrá relaciones con un país como China.
“La afinidad política de los regímenes no es tan importante. Lo más relevante es la capacidad que tenga el liderazgo talibán para cumplir con sus compromisos frente a la diplomacia china. China tiene menos problemas que los países occidentales en influir sobre el tipo de organización política y social de los talibanes”, comentó el experto.
En cuanto a las relaciones talibanes con Rusia, González Levaggi comentó que las relaciones serán muy parecidas con los chinos.
“La seguridad es lo que prima dese Moscú. Rusia tiene particular atención que en su zona de influencia sur no reciba una desestabilización por Afganistán. Rusia no permitirá que Afganistán se convierta en un santuario del terrorismo. Hay que tener en cuenta que los talibanes no controlan completamente Afganistán”, puntualizó el especialista.
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