La periodista de The Associated Press, Erika Kinetz, escribió un reportaje titulado “Anatomía de una conspiración”. En el artículo destaca que “poderosas fuerzas desde Bejing y Washington, hasta Moscú y Teherán, han buscado controlar la narrativa con teorías conspirativas sobre el origen del COVID-19”
Kinetz amplió la información en el programa Día a Día, conducido por César Miguel Rondón.
“Comenzamos a investigar las informaciones que venían del internet chino, y no había nada específico de que el COVID-19 era un arma biológica. Solo cuando el presidente Trump y los líderes republicanos bautizaron al COVID-19 como el virus chino, China comenzó una estrategia muy efectiva para atacar”, comentó la periodista.
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A pesar las múltiples teorías conspirativas, la comisión de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que visitó China, afirmó que el COVID-19 es de origen animal y no fue creado por un laboratorio.
“La campaña ya estaba tan diseminada en contra de China, que la mayoría de la población cree que este virus fue hecho por el hombre. Uno de cada cuatro personas, cree que fue un invento y una conspiración”, explicó Kinetz.
Finalmente, la periodista manifestó que las teorías conspirativas tienen efecto en la vida real. “Los cuatro países que lideran esto, han manejando sus propios intereses y sus propias narrativas. Esto tiene impacto en la gente. Gracias a esas narrativas, muchas personas no se han puesto la mascarilla ni respetado el distanciamiento social”.
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