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Vivimos en una época de gran sufrimiento, pero con demasiada frecuencia no reconocemos ni abordamos el dolor de los demás. Estamos en medio de una brecha de empatÃa, una incapacidad o rechazo colectivo para ver el mundo desde la perspectiva de los demás, para comprender los miedos y esperanzas de las personas y nuestra humanidad compartida, de eso trata una de los análisis de la columna de opinión en The Washington Post, de Jennifer Rubin.
Este déficit de empatÃa es evidente en las altas tasas de depresión y suicidio entre estudiantes mujeres y LGBQ+, el aumento de la violencia armada, el aumento de los ataques antisemitas y la erosión de la civilidad y la compasión en nuestra sociedad y polÃtica
Continúa Rubin: “Un nuevo estudio de los Centros para el Control de Enfermedades encuentra que casi el 60 por ciento de las estudiantes mujeres y casi el 70 por ciento de los estudiantes LGBQ+ experimentan «sentimientos persistentes de tristeza o desesperanza». El diez por ciento de las estudiantes mujeres y más del 20 por ciento de los estudiantes LGBQ+ han intentado suicidarse. Sin embargo, estado tras estado está aprobando legislación para excluir o estigmatizar a los estudiantes LGBQ+.
Señala la columnista que una extensa investigación sobre la empatÃa ha medido su declive. Un estudio histórico en 2010 encontró que los estadounidenses eran menos empáticos que sus contrapartes 30 años antes.
Revisando estudios sobre la empatÃa del campo de la psicologÃa, encontramos algunos que sugieren que que la empatÃa puede ser el rasgo general necesario para desarrollar más cooperación y tolerancia aún en una sociedad marcada por una creciente división. Jamil Zaki, PhD, investigador de empatÃa y psicólogo de la Universidad de Stanford, ha concluido que “La empatÃa es el «superpegamento psicológico» y que si la empatÃa no surge naturalmente, la investigación sugiere que las personas pueden cultivarla y, con suerte, mejorar la sociedad como resultadoâ€
Jason Okonofua, PhD, profesor de psicologÃa en la Universidad de California, Berkeley, advierte que la empatÃa también puede ser un ingrediente crucial para mitigar los prejuicios y el racismo sistémico. Okonofua descubrió que es más probable que los maestros disciplinen severamente a los estudiantes negros y los etiqueten como «problemáticos».
Jennifer Rubin, en su columna de The Washington Post señala algunas razones para el declive de la empatÃa. “Demasiadas personas viven solas, aisladas de los demás. Las redes sociales aÃslan y cosifican a las personas. La capacidad de empatÃa de las personas disminuye a medida que se intensifica el estrés. Incluso la avalancha de noticias negativas puede hacernos menos empáticosâ€
Rubin cita a Helen Riess, una de las principales expertas en el tema, explicó que cuando las personas son “bombardeadas con noticias catastróficas dÃa tras dÃa, noche tras noche con personas que se ahogan en inundaciones, se queman en incendios y sufren todo tipo de dolor y crueldad en circunstancias difÃciles en otros paÃses, podemos sobrecargarnosâ€. Entonces, “terminamos centrándonos en nosotros mismos y no en los demás.
Lo dramático es que con el declive de la empatÃa se ha manifestado en una erosión de la civilidad, la decencia y la compasión en nuestra sociedad y nuestra polÃtica. Es hora de que dejemos de ser espectadores del sufrimiento de los demás. Necesitamos tomar medidas para cerrar la brecha de empatÃa. Necesitamos desafiar nuestros propios prejuicios e ideas preconcebidas y estar abiertos a nuevas ideas y experiencias.
También necesitamos responsabilizar a nuestros lÃderes.Necesitamos lÃderes que modelen la empatÃa y la compasión, que trabajen para salvar las divisiones y que se enfrenten a la intolerancia y el odio, lÃderes que prioricen el bienestar de todas las personas.