En su editorial del 30 de julio, César Miguel Rondón, aborda el panorama electoral estadounidense, en medio de la pandemia del COVID-19.
Rondón destaca que ¿Por qué las malas noticias y los fake news que promueven el miedo se expanden tan fuertemente? Según estudios neurológicos y de conducta, el hombre presta atención a las malas señales o aquello pueda suponerle una amenaza, como una forma de prepararse para sobrevivir, instinto básico, pues.
Ver una huella de tigre era sin duda una mala señal para una tribu y sus miembros, supone peligro. Ahora utilizando ese mismo principio se nos invade por todas las vías posibles de información que enciende ése disparador.
Posteriormente, el presentador se pregunta:
¿Podría alguien creer que el Doctor Anthony Fauci creó el coronavirus usando células de mono y que detrás de esto se esconde una conspiración contra Trump y lo que él representa para el status americano, como mencionan algunos mediáticos emisores de esas ideas?
En EEUU hay encuestas que señalan que alrededor de un 25% de sus ciudadanos cree que, «definitivamente» o «probablemente», el brote de coronavirus fue planeado intencionalmente por personas poderosas.
Lo mismo ocurre con las protestas en Portland, se nos dice que quienes manifiestan son personas de izquierda que quieren cambiar el status quo, el modo de vida estadounidense, llevan franelas del Ché Guevara y banderas de países socialistas y parece sencillo concluir que como señalan los republicanos son los liberales radicales, peligrosos ciudadanos que Joe Biden apoyaría.
Acaso ¿se antepone Donald Trump a su fracaso como candidato cuando además de la mala percepción de su gestión del COVID, el Producto Interno Bruto de Estados Unidos se contrae un 32.9% este segundo trimestre?
A la hora de señalar responsables de la crisis se requiere orientación, pero en tiempos de Fake News la brújula que indica por quien no votar, tiene el magnetismo dañado, la aguja no consigue señalar el norte.