FA/CMR
El teniente primero (PM) Luis Carlos Martella, caído dos días antes de que terminara la guerra de Las Islas Malvinas le escribía a su hijo desde la trinchera hace 40 años. “Querido hijo: Es esta la primera carta que papá te escribe. Hoy cumples un año de vida. Has crecido dentro del cariño que mamá y el resto de la familia te hemos prodigado; los días han pasado y has dejado de ser un bebé de meses para convertirte ya en un hombre con un largo año de vida”
Esta misiva es parte de las 15 que el diario El Clarín de Buenos Aires enviará durante 15 días, a partir de mañana 2 de abril, a sus suscriptores para recordar los 40 años del comienzo de la guerra justo en el «Día del Veterano y Veterana, Ex Combatientes y Caídos de las Islas Malvinas».Ocho de sus autores perdieron la vida en los combates. Otros siete sobrevivieron. Pertenecieron al Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea.
Soldados, suboficiales y oficiales argentinos, enviaron miles de cartas a sus familias narrando su sentimientos y vivencias, una mezcla que incluía el orgullo por encontrarse en las Islas, el valor para enfrentar lo desconocido y la esperanza por el futuro que imaginaban; pero también el tedio de las horas esperando la acción, la angustia ante el peligro real, el frío, el hambre y la permanente nostalgia por sus seres queridos.
El 2 de abril de 1982 se inició una de las guerras más injustas de la historia argentina, cuando el país estaba comandado por Leopoldo Fortunato Galtieri, miembro de la Junta Militar. Argentina y Reino Unido se enfrentaron en una guerra por el control de las Malvinas/Falklands.
La Guerra de Malvinas fue el último intento del régimen militar de revitalizarse ante el desastre económico y social generado por el proyecto instaurado en 1976, y frente a las denuncias de violaciones a los derechos humanos que se hacían escuchar en el exterior.
El frente de batalla argentino lo constituían jóvenes de apenas 18, 19 y 20 años (en su mayoría) con una instrucción muy mínima para enfrentar la situación y sin el equipamiento necesario, cosas que dejaba al Ejército Argentino en una postura inferior al británico.
Los medios de comunicación, maniobrados por el gobierno, aseguraban que la Argentina estaba ganando la guerra y la gente salía a las plazas del país a festejar los supuestos avances. En las escuelas, los niños jugaban a la guerra, argentinos contra ingleses, eufóricos. «Ya estamos ganando», se leía en la propaganda oficial. La frase, parte de la campaña interna del Gobierno militar argentino (1976-1983), buscaba mantener el entusiasmo de la opinión pública, mientras en las islas, en el frío Océano Atlántico, se aproximaba la derrota.
El 14 de junio de 1982, Argentina se rindió y notificó el fin de la guerra con la muerte de 649 soldados. Los británicos perdieron a 255 de los suyos.
Del lado argentino, se sumaron al menos otros 450 que se suicidaron por las secuelas psicológicas y físicas.
Hoy Argentina sigue reclamando las islas del Atlántico sur, como lo ha hecho desde 1833. Apenas el 7 de febrero pasado, el actual presidente de Argentina Alberto Fernández y su homólogo de China, Xi Jinping, se reunieron con ocasión de la apertura de los Juegos Olímpicos de invierno. Tras la entrevista en Pekín entre los presidentes de ambos países, un comunicado conjunto expresó el apoyo chino a la reivindicación argentina sobre las islas Malvinas. La República Popular China ratificó la necesidad de que se reanuden «a la mayor brevedad» las negociaciones para la solución pacífica de la disputa con el Reino Unido.
El apoyo de China generó una reacción en contra de la canciller británica, Liz Truss quien señaló que «rechazamos por completo cualquier cuestionamiento sobre la soberanía de las Falklands. Las Falklands son parte de la familia británica y defenderemos su derecho a la autodeterminación…China debe respetar la soberanía de las Falklands»
La soberanía de las Islas Malvinas es una herida abierta en el corazón de los argentinos, la historia que nunca ocurrió de su éxito sigue instalada en sus añoranzas.