Hace 33 años, la noche del 9 de noviembre de 1989, es derribado el Muro de Berlín,que no sólo dividía a esta ciudad: dividía a toda Europa y era el símbolo de un mundo bipolar en el que dos potencias, Estados Unidos y la Unión Soviética, eran los polos de influencia.
Fue la Segunda Guerra Mundial la que terminó dividiendo a Alemania en dos países. Durante 28 años, un muro dividió Berlín. Calles, plazas y casas quedaron separadas de un día a otro por la construcción del Muro, que también interrumpe el transporte urbano y se amplía hasta llegar a los 155 kilómetros.
Con los cambios ocurridos en el bloque soviético desde 1985, cuando Mijaíl Gorbachov asumió como secretario general del Partido Comunista de la Unión mSoviética (PCUS), las piezas de ese muro se empezaron a resquebrajar.
Las políticas de Glasnot (transparencia) y Perestroika (reconstrucción)de Mijail Gorbachov ablandaron el férreo sistema político de la URSS y de sus “satélites”. En la RDA, los acontecimientos fueron vertiginosos.
El 7 de octubre de 1989, el líder de la RDA, Erich Honecker, presidió un gran desfile militar para celebrar los 40 años del país. Gorbachov había viajado a Berlín y le pidió que flexibilizara sus políticas, pero Honecker se negó. Apenas unos días más tarde, el 18 de octubre de 1989, Honecker es expulsado y reemplazado por Egon Krenz. El 2 de noviembre, Krenz anuncia amplias reformas políticas y económicas.
Dos días después, comienzan grandes manifestaciones para pedir mayores libertades. Primero en Leipzig y luego en Berlín, donde medio millón de personas protestan al grito de “¡Somos el pueblo!”
El 9 de noviembre de 1989, Alemania Oriental levanta las restricciones de viaje a Occidente. El miembro del Politburó, Guenter Schabowski, anuncia que los ciudadanos de Alemania Oriental pueden «abandonar el país a través de los pasos fronterizos de Alemania Oriental», con efecto inmediato.
Ese mismo día, la gente armada con picos, palas y cualquier otro instrumento, empezaron a derribar este inmenso obstáculo, ese absurdo épico de separar un país y sus ciudadanos en dos mundos.
Sin embargo, fue el 3 de octubre de 1990 cuando se concretó la reunificación de Alemania y poco después Berlín volvió a ser la capital de todo el país.
La caída del Muro de Berlín nos debe recordar lo que no debemos repetir. Es un símbolo del colapso de un sistema fracasado.
Francis Fukuyama sostenía que «los conjuros mágicos del marxismo-leninismo no tenían sentido y que el socialismo soviético no sólo no era superior a Occidente en nada, sino que en realidad era un fracaso monumental».
Aunque hoy muchas de sus predicciones sobre el fascismo se contrastan con la realidad, Fukuyama sólo veía dos posibles competidores para Occidente en los nacionalismos y en el resurgir del fundamentalismo religioso como respuesta “al vacío espiritual de las sociedades consumistas”.
¿Será eso lo que nos depara el futuro.
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