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Liz Truss es la nueva primera ministra del Reino Unido, lo que eleva a dos el n煤mero de mujeres l铆deres en el G20. Hay muchas inc贸gnitas de lo que ser谩 su proceder en estos tiempos de tensiones y guerra. Por lo pronto entre sus primeras acciones ha hecho atendido dos llamadas telef贸nicas que aclaran su posici贸n. En una Truss reafirm贸 el apoyo a Zelensky y en la otra en conversaci贸n con el Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, acord贸 la profundizaci贸n de la cooperaci贸n en la OTAN y el acuerdo de seguridad entre Estados Unidos, Australia y Gran Breta帽a establecido el a帽o pasado para contrarrestar a China, as铆 como la colaboraci贸n con el presidente Biden para abordar los desaf铆os compartidos, en particular los problemas econ贸micos extremos desatados por la guerra de Putin.
Perfilar a un l铆der antes de que inicie su mandato es dif铆cil pero no imposible.
Escribe Sebastian Mallaby miembro principal de Paul A. Volcker para econom铆a internacional en el Council of Foreign relations y聽 columnista colaborador de The Washington Post, una pieza editorial en ese diario donde busca discernir qu茅 tipo de liderazgo se podr铆a esperar de la nueva primera ministra de UK.
Cito a Mallaby: 鈥淎l elegir a Volodymyr Zelensky como su presidente, los ucranianos eligieron a un comediante de televisi贸n y obtuvieron un carism谩tico Winston Churchill. Al elegir a Boris Johnson, los brit谩nicos hicieron lo contrario: eligieron a un aspirante a Churchill y obtuvieron a un comediante con propensi贸n al esc谩ndalo. Ahora que el gobernante Partido Conservador de Gran Breta帽a est谩 reemplazando a Johnson con Liz Truss, una primera ministra que sigue el modelo de Margaret Thatcher, nadie sabe c贸mo resultar谩. Pero si estamos siendo caritativos, ella podr铆a combinar un poco de Thatcher con una parte de esa f茅rrea pragm谩tica alemana, Angela Merkel鈥
Con estas palabras pasa Mallaby a encontrar asociaciones. 鈥淎l igual que Thatcher, Truss asume el poder cuando su pa铆s est谩 en ruinas. En 1979, Gran Breta帽a era vista como 鈥渆l hombre enfermo de Europa鈥. Ese a帽o, la inflaci贸n super贸 el 13 por ciento y el pa铆s perdi贸 29 millones de d铆as laborales a causa de las huelgas. Hoy, la inflaci贸n se acerca al mismo nivel y los trabajadores ferroviarios, enfermeras, recolectores de basura, empleados de correos, maestros y funcionarios est谩n en huelga o planean hacerlo. El aumento de los precios del gas natural ha desencadenado una crisis del costo de vida. El 1 de octubre, las facturas de energ铆a de los hogares aumentar谩n un 80 por ciento a menos que Truss haga algo. Eso se sumar铆a a un aumento del 54 por ciento que ocurri贸 en abril.
Ha elegido un momento de aumento de precios para prometer recortes de impuestos y gastos gubernamentales adicionales, combinando ese c贸ctel inflacionario con un ataque a la reputaci贸n del Banco de Inglaterra.
Sin embargo, contin煤a Mallaby,聽 tambi茅n hay una diferencia clave entre Thatcher y Truss. La Thatcher fue un pol铆tico de convicci贸n. Truss, seg煤n todas las apariencias, no lo es. Algunos de sus giros en U reflejan su paso a la madurez: poco importa que, como estudiante, fuera liberal dem贸crata en lugar de conservadora, o que de ni帽a acompa帽ara a su madre activista a las protestas antinucleares. Pero su transformaci贸n de anti-Brexit a firme enemigo de Europa es decididamente anti-thatcheresca. Sorprendentemente, ahora se hace pasar por una defensora de la derecha pro-Brexit de su partido.
Considera Mallaby que 鈥淭russ tiene una fortaleza importante. Ella es impulsiva en lugar de perezosa, una luchadora en lugar de un pr铆ncipe narcisista. Y aqu铆 es donde el modelo de Merkel puede ser relevante. La ex canciller alem谩n no era ni carism谩tica ni particularmente de principios. Sin embargo, domin贸 la pol铆tica alemana durante 15 a帽os. Su logro muestra c贸mo el trabajo duro y el pragmatismo pueden generar un 茅xito pol铆tico duradero.
Truss ha sido lo suficientemente astuta como para conseguir puestos en el gabinete bajo los tres primeros ministros conservadores recientes, a pesar de las amargas divisiones entre ellos. Ahora ha conseguido el trabajo que pocos pensaron que alguna vez conseguir铆a. Y aunque es poco probable que se gane los corazones de los votantes brit谩nicos, al menos evitar谩 alienarlos con el descuidado h谩bito del esc谩ndalo. Puede que no sea la Thatcher que aspira a ser. Pero, a fuerza de determinaci贸n y sano instinto pol铆tico, a煤n podr铆a sorprender鈥
Estas fueron sus primeras palabras a los brit谩nicos: