¿Tenemos miedo al futuro? ¿Estamos tan contaminados de realidades adversas y noticias inmediatas de lo peor que ocurre en el mundo que pareciera que el futuro no ofrece nada mejor? Coronavirus, guerra en Ucrania, fallas en suministro de alimentos, tensión entre China y Taiwán, amenaza nuclear. ¿Será que sabemos demasiado sobre los peligros y dificultades o hemos perdido la confianza en la humanidad?
En varios estudios se sostiene qué define a las generaciones, los boomers (los nacidos entre 1949-1968) crecieron bajo el paradigma del progreso, los millennial (1981-1993) se han hecho adultos sustituyendo la ilusión por el pesimismo y la generación Z (1994-2010) lo hace ahora bajo el paradigma de la ansiedad.
Se habla entonces de Futurofobia, literalmente, «miedo al futuro».Esa sensación que nos hace imaginar que todo lo que está por venir va a ser peor que lo que ya tenemos, pensar que nada de lo que pueda usted hacer cambiará las cosas.Es creer en las distopías y desconfiar de las utopías.Es sustituir el deseo por el miedo.Es pensar que todo tiempo pasado fue mejor. Esas palabras las recoge en su libro, Futurofobia, una generación atrapada entre la nostalgia y el apocalipsis, el periodista español Héctor García Barnes. En plena campaña de lanzamiento literario sus respuestas se convierten en interrogantes para el ciudadano común y podemos concordar con ellas.
¿Tenemos un relato esperanzador sobre el futuro o estamos estancados en la nostalgia de tiempos pasados?
Dice García Barnes»Vivimos satisfaciendo necesidades inmediatas y nos perdemos la parte del deseo».
El deseo es aspirar, es también imaginar lo que se puede alcanzar, es futuro.
¿No ha sentido usted últimamente que se vive en una crisis continua, siempre preocupado por lo que pasa y lo que va a pasar?
Señala Barnes que “Nos vemos sometidos a continuos relatos sobre el colapso de la realidad tal y como la conocemos (amenazas climáticas, tecnológicas, totalitarias, bélicas, económicas, pandémicas, nucleares, migratorias, etcétera), pero la política no consigue ofrecer relatos alternativos para salir del atolladero, la imaginación ha llegado a un límite, y la sociedad parece hastiada y hasta resignada”
También critica el autor de Futurofobia la forma cómo desde los medios se vende la realidad.
El filósofo australiano Roman Krznaric, autor de “El buen antepasado” (Capitán Swing) dice que “En cierto sentido, nunca antes en la historia humana hemos sabido tanto sobre cómo será el futuro. Y es uno completamente distópico y aterrador”
También en su artículo ¿Por qué tenemos que reinventar la democracia a largo plazo? publicado en BBC, Krznaric, advierte que “Tratamos el futuro como un puesto colonial distante desprovisto de gente, donde podemos arrojar libremente la degradación ecológica, el riesgo tecnológico, los desechos nucleares y la deuda pública, y que nos sentimos en libertad de saquear como nos plazca. Cuando Gran Bretaña colonizó Australia en los siglos XVIII y XIX, se basó en la doctrina legal ahora conocida como terra nullius (tierra de nadie) para justificar su conquista y tratar a la población indígena como si no existiera o no tuviera ningún derecho sobre la tierra. Hoy nuestra actitud es de tempus nullius. El futuro es un “tiempo vacío”, un territorio no reclamado que está igualmente desprovisto de habitantes. Al igual que los reinos distantes del imperio, es nuestro para tomar”