El domingo pasado, en la ciudad portuaria de Mariupol, Ucrania, una ambulancia llegó a toda velocidad a un hospital de la ciudad con una niña de 6 años herida de muerte en un bombardeo ruso. Estaba pálida. Su cabello castaño estaba recogido hacia atrás con una banda elástica. Sus pantalones de pijama estaban decorados con unicornios de dibujos animados. La trajeron con su padre herido, con la cabeza ensangrentada y vendada.
Un equipo médico le bombeó el pecho, luchando desesperadamente por revivirla, pero no lo logró. Su madre estaba parada afuera de la ambulancia, llorando. Un médico con uniforme médico azul, bombeándole oxÃgeno, miró directamente a la cámara de un videoperiodista de Associated Press al que se le habÃa permitido entrar. Y le dijo: “Muéstrenlo esto a Putin…los ojos de esta niña y los de los médicos llorandoâ€
Además de la menor fallecida en Mariupol, en Járkov y Chernigov, se informa de la muerte de «varios niños» por los bombardeos nocturnos a civiles. Aún faltan reportes de diferentes centros poblados ucranianos para conocer la cifra de niños cuyas vidas se han perdido.
Según la organización Save the Children, son al menos 7,5 millones de menores de 18 años los que están en grave peligro de sufrir daños fÃsicos, trastornos emocionales y desplazamientos. En el este de Ucrania, principal foco del conflicto, más de 500.000 niños viven en zonas de riesgo. Asentados en la primera lÃnea, son los más vulnerables a sufrir los efectos directos de los enfrentamientos.
Cientos de miles de estos niños y sus familias dejaron sus casas y se refugian con amigos, familiares y hasta desconocidos. En la capital –Kiev–, las familias ya colapsan los refugios antibombas en momentos en que las temperaturas caen por debajo de los 0 grados y el ruido de las explosiones se escucha desde distintas partes de la ciudad.
Muchos de los niños y niñas no tienen acceso a comida y refugio. Se exponen, además, a un clima gélido de lluvia, viento y nieve.
La directora de Save the Children para Europa del Este, Irina Saghoyan, aseguró en un comunicado que “Los niños y niñas de Ucrania están atrapados en el fuego cruzado de esta guerra de adultos. Nunca se deberÃa haber llegado a esto. Nuestra preocupación inmediata es su salud y bienestarâ€
Shagoyan añade que “Muchos son los riesgos a los que los niños se exponen durante un conflicto de esta magnitud. Porque al peligro de muerte se le suma la violencia sexual y las profundas huellas psicológicas. “Oyen explosiones, se les pide que huyan solo con la ropa que llevan puesta. No se puede subestimar el impacto que tiene en su salud mental y el potencial trauma a largo plazoâ€Â
Según informó UNICEF, se dañaron instalaciones educativas e infraestructura clave de aprovisionamiento de agua a consecuencia del fuego de armas entre ambos bandos, esta guerra ha causado daños profundos y duraderos en los menores.Â
La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas, también ha alzado la voz sobre este tema. Asegura que tras ocho años de conflicto latente, los niños siguen estando entre los grupos más vulnerables. Al verse atrapados en esta zona de guerra sufren bombardeos intermitentes, mutilaciones y heridas mortales por artefactos explosivos sin detonar.Â
La guerra también desestabiliza rutinas y debilita la escolaridad. Los últimos incidentes han obligado a los profesores a adecuar sus clases para proteger a los alumnos.  Según relata Foreign Policy, en Novomykhailivka, aldea en la primera lÃnea, se les ha estado enseñando a los niños a través de dibujos a cómo evitar las minas mientras juegan al aire libre.Â
En otro colegio, en Krasnohorivka, los terapeutas enseñan a los niños ejercicios básicos de respiración para protegerlos de los ataques de pánico.
Son niños, que podrÃan ser suyos, o sus nietos o sobrinos. No entienden se confunden, tratan de hacerse de juegos improvisados, tienen miedo, están irritables, están tristes. Son niños marcados, son las vÃctimas de Putin.