FA/CMR
Los venezolanos estamos tristemente acostumbrados al “ratón†electoral, esa especie de malestar, ese pesar, esa irritación que nos producen los resultados electorales tras una votación en Venezuela.(IMAGEN CNE)
Las elecciones regionales en Venezuela entregaron la mayorÃa de las gobernaciones al chavismo, bastiones claves como Miranda por ejemplo, donde el peso de la división de la oposición para ir con un candidato unitario, dió como resultado este rotundo fracaso.
Y es exactamente igual cuando lo vemos en el escenario nacional. El director de Datanálisis, Luis Vicente León, advierte en su twitter que “Lo más triste es que la suma de los votos de la MUD y la Alianza en todo el paÃs muestra una fuerza contundente contra el gobierno. Unidos hubieran ganado un número significativamente superior de gobernaciones.â€
Cuando hablamos del porcentaje de abstención entramos en un terreno pantanoso, porque del padrón electoral, habrÃa que restar a casi 4 millones de votantes que son inmigrantes y o refugiados y no pudieron hacerlo. El régimen de Maduro no los cuenta porque no admite que se haya dado esa cifra de migrantes. Por lo que no es posible conocer cuánto menos hubiese sido la abstención.Â
Dice el periodista y especialista en temas electorales, nuestro compañero en TV, Eugenio MartÃnez, que los resultados del 21 de noviembre pueden analizarse desde cuatro perspectivas: 1) Numéricamente (cantidad de cargos que obtenga cada bloque) 2) Votación total de cada bloque o alianza 3) Participación-abstención 4) Avances o retrocesos electorales y polÃticos
Por lo pronto, los resultados numéricos dejan a la oposición, como estaba, fracturada en tres grandes partes: 1) MUD 2) Alianza y 3) Gobierno Interino. Y con un nuevo reto frente a los ganadores. Actores como Manuel Rosales del partido “Un Nuevo Tiempoâ€, electo gobernador del Zulia, pueden reclamar una mayor participación polÃtica en las acciones y decisiones del bloque, incluso en la conformación de la representación de las negociaciones de México que se reanudarán en el 2022.
A estas alturas si algo queda claro, es que el liderazgo no se puede imponer, que la división resta poder, que hacer polÃtica es mucho más que parecer hacerlo. También que una mayorÃa dividida no gana elecciones. La guerra intestina en la MUD y con el resto de la oposición, ha logrado lo que el propio chavismo deseaba alcanzar, vaciar de contenido y de atractivo, a quienes alguna vez parecieron ser los lÃderes de un cambio polÃtico en Venezuela.
Pero hay que rescatar las palabras de Roberto Picón, rector ante el CNE, cuando afirma que “El ponderado de participación estableció que no hay ningún partido mayoritario en la población. El Psuv tiene menos de la mitad de los votos y la oposición combinada tiene una mayorÃa que no es efectiva porque va divididaâ€
Y esto no deja de ser interesante analizarlo, aunque fueron divididos, la fuerza de la mayorÃa del voto opositor no es algo deleznable.Muchos ven en esa mayorÃa numérica, la base necesaria para ganar un potencial referéndum revocatorio en el 2022 donde el enemigo, unificador como objetivo, es Nicolás Maduro. Pero, ¿podrá esta oposición convocar con éxito? La renovación del liderazgo es, urgente e impostergable.