El primer medallista de Venezuela en los Juegos Olímpicos de Tokio compitió el miércoles en una categoría que deparó el primer récord mundial del levantamiento de pesas, fijado por el chino Shi Zhiyong.
Shi impuso fácilmente su jerarquía en la división de 73 kilogramos y afirmó que ganar el oro no le dejaba satisfecho. Levantó un total de 364 kilogramos para eclipsar su propio récord mundial por un kilogramo y proclamarse campeón olímpico por segunda justa seguida.
Restaba por definir quiénes le iban a acompañar en los otros dos cajones del podio. Julio Mayora alzó 19 kilogramos menos y se llevó la plata. Una vez que había cerciorado que ese metal era suyo, Mayora se atrevió con un fallido intento de batir el récord de Shi en el envión, de 198 kg, y se despidió haciendo una voltereta en el escenario.
Eumar Esaá, periodista especializada en el ciclo olímpico, abordó el tema en el programa En Conexión, conducido por César Miguel Rondón.
“Es la segunda medalla que gana Venezuela en pesas en los Juegos Olímpicos y la primera que implica subir a un podio, porque la de Israel Rubio en Athenas 2004, se produjo luego de un caso de doping. De Julio Mayora se esperaba una medalla, ya que era calificado como el tercero del ranking mundial. Es la quinta medalla de plata que tiene Venezuela en su historia en Juegos Olímpicos. Significa romper una sequía”, dijo la periodista.
Los Juegos Olímpicos ha sido una de las competencias deportivas marcadas por el tinte político. En épocas de la Guerra Fría, el foco estaba en cuál de las dos potencias, Estados Unidos o la Unión Soviética, se llevaban más medallas. Ahora, desde Venezuela también se empaña políticamente la medalla de Mayora y la derrota del boxeador venezolano que fue como refugiado, Eldric Sella.
“El caso de Eldric Sella es el caso de más de cinco millones de venezolanos que han tenido que salir del país por la situación de la crisis humanitaria compleja. Sella fue a una competencia en Trinidad y Tobago, porque formaba parte del equipo nacional de boxeo. Se quedó allá y pidió asilo político. Hizo vida en Trinidad y Tobago y se postuló en el equipo olímpico para refugiados. Fue aprobado y asistió como el primer latinoamericano que integra el equipo. El tema es que no puede volver a Trinidad y Tobago porque tiene el pasaporte vencido y no puede hacer escala en Estados Unidos. Acnur y el Comité Olímpico Internacional, están buscando un tercer país que albergue a Sella y a su familia”, destacó la periodista.
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Esaá comentó que lo de Sella es loable, tomando en cuenta que viajó en último momento y sin entrenador. “Decidió jugársela por un sueño, así como una vez se la jugó por la supervivencia”, enfatizó.
Para la especialista, Eldric Sella es “el atleta de la diáspora”. “Él representa a los 5.600.000 venezolanos que están desarraigados y que desean volver a un país que dejó de ser. En el caso de Mayora, no voy a entrar en la diatriba de su filiación política, pero se ve claramente en el video cuando recibe la instrucción para que agradezca y dedica la medalla a Hugo Chávez. Hay que ponerse en el lugar de un atleta que vive en un barrio, que su hogar es un relleno sanitario, que busca una vivienda digna, que tiene una hija, y no tiene las posibilidades de otros atletas de hacer una carrera sin tener que aparecer en actos políticos. Hay que ser empáticos con la situación de Mayora”, puntualizó Esaá.