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En estos días se habla mucho de la figura del filibustero en la política estadounidense, pero ¿a qué se refieren con esa palabra que describe a los más peligrosos piratas del Caribe?
Un filibustero político es quien trata de bloquear la actividad parlamentaria a través de tretas que le permite el propio reglamento de la cámara. Una de ellas es hablar sin detenerse en una sesión para evitar la aprobación de ciertas leyes. El senador romano “Catón, el joven”, fue el primero en utilizar esa práctica, hablar días y días y así evitar que se aprobaran las leyes de Julio César. En definitiva, se trata de obstruir la acción de legislar, buscando que sea al final de horas y días, la supermayoría la que decida y no, la mayoría simple.
Uno de los filibusteros estadounidenses recientes, es el senador republicano Rand Paul, quien hace varios años estuvo casi 13 horas de pié y logró su objetivo: bloquear la nominación del director de la CIA que quería aprobar la mayoría demócrata.
Adam Jentleson, ex asistente del Senado demócrata y autor de «Kill Switch», un nuevo libro sobre el obstruccionismo, afirmó en el The Washington Post, que «El obstruccionismo es una herramienta para preservar el status quo y dificulta el cambio»
Pero también los demócratas lo han usado, más recientemente, está el caso del senador del estado de Vermont, Bernie Sanders, quien en el 2010, buscaba protestar contra una propuesta del expresidente George W. Bush de extender una rebaja de impuestos. El largo discurso de 8 horas de Sander, fue para muchos, el disparador para su campaña política frente a Clinton.
Ahora con los demócratas controlando la mayoría simple del Senado, el debate sobre si el partido debería eliminar el obstruccionismo, se ha puesto de nuevo sobre la mesa. ¿qué significaría eliminarlo? Pues que los senadores demócratas podrían tratar de aprobar muchos proyectos de ley, por ejemplo, sobre cambio climático, derechos de voto, inmigración, expansión de Medicare, con 51 votos, en lugar de 60. Hacer realidad su agenda, la que fue promesa electoral o en caso contrario, que algunos de esos proyectos resulte bloqueado.
La prueba o medición de fuerzas vendrá de seguro, como señala The Washington Post, cuando el Senado considere un proyecto de ley específico que cuente con el apoyo de una mayoría, 51 votos, pero no de una supermayoría, 60 votos.
Por lo pronto, el lunes 25 de enero, el líder de la minoría del Senado, Mitch McConnell, dijo que estaba listo para seguir adelante después de que dos demócratas indicaron que no votarían para poner fin al obstruccionismo legislativo. Le cito: “El obstruccionismo legislativo fue una parte clave de la base del último acuerdo de reparto de poder 50-50 del Senado en 2001… Con estas garantías, espero seguir adelante con un acuerdo de poder compartido inspirado en ese precedente «.
Alexander Hamilton, uno de los considerados padres fundadores de Estados Unidos, se refirió al riesgo de la supermayoría como estrategia política :»Lo que a primera vista puede parecer un remedio es, en realidad, un veneno» agregando que tratar de alcanzar esa supermayoría produciría “tediosos retrasos; negociación e intriga continuas; compromisos despreciables del bien público «.
Jamelle Bouie, columnista de opinión del New York Times, señala que al final el resultado de un gobierno cuyas acciones y leyes han quedado bloqueadas por el partido opositor, pagará en las elecciones las consecuencias, le cito: “ el primer paso hacia la victoria es un gobierno que pueda actuar. Entonces, claro, los demócratas moderados pueden mantener el obstruccionismo si lo desean. Pero deberían prepararse para cuando el público votante decida que preferiría tener al partido que no promete nada y no hace nada, que al que promete bastante pero que no trabajará para hacerlo realidad”
Por ahora habrá que ver cuántos bucaneros o filibusteros, al mejor estilo de Jack Sparrow, serán los nuevos piratas de estas movidas aguas de la política estadounidense cuya orilla está ubicada en las arenas del 2024.